Inteligencia Artificial en América Latina: datos locales, innovación y el dilema regulatorio

En América Latina, la Inteligencia Artificial (IA) ya no es un concepto futurista: está aquí, y puede transformar la gestión pública, los servicios y la vida cotidiana de las personas y comunidades. Pero para ello debe entenderse previamente el estado de madurez digital de la región.

Desde la Fundación País Abierto y Digital (PAD) venimos evaluando la madurez digital de gobiernos locales de la Argentina con herramientas como el Índice Municipal de Servicios en Línea (IMSEL), inspirado en estándares internacionales, que nos permite medir, desde la experiencia ciudadana, el grado de desarrollo digital de cada distrito.

Del mismo modo, nuestro informe sobre “Brecha Digital” nos permite evaluar los contextos macro en materia de inclusión digital y estado de conectividad de provincias y ciudades. De ambos estudios se desprenden algunos datos muy interesantes y representativos del marco de referencia “digital” al menos para nuestro país:

Más del 7% de la población argentina no posee red de internet ni fija ni móvil. En algunas provincias ese número llega al 17%.

Casi el 22% de la población no tiene red de internet fija.

La velocidad promedio de internet (bajada de banda ancha fija) en el país es de casi 130 Mbps con provincias de menos de 20 Mbps. Países como Chile con 319 mbps, España con 249 Mbps y Colombia con 191 Mbps son buenos ejemplos que muestran la brecha que aún presenta nuestro país.

El 77 % de los municipios medianos y pequeños presentan niveles intermedios o bajos de madurez digital.

Solo el 9 % cuenta con políticas efectivas de datos abiertos y menos del 6 % ha implementado plataformas digitales de participación ciudadana o compras electrónicas

También es deficitaria en numerosos municipios la tramitación digital completa de diferentes servicios prioritarios para la ciudadanía (habilitaciones comerciales, reclamos, permisos de obra, licencias del automotor, entre otros)

La velocidad de internet promedio en Argentina es más baja que en Chile y España, según el relevamiento de PAD.Shutterstock – Shutterstock

Esta realidad nos marca una brecha importante en el contexto general del país y en la infraestructura básica y capacidades administrativas necesarias para cualquier adopción seria y masiva de inteligencia artificial en nuestras administraciones públicas municipales. No obstante lo cual, ya existen numerosas soluciones y aplicaciones que se están llevando a cabo a lo largo del país.


El avance de las transformaciones digitales de nuestras ciudades es un punto de partida clave, porque la verdadera innovación en IA no sólo se construye sobre algoritmos sofisticados, sino que fundamentalmente en etapa inicial, sobre las bases de un desarrollo digital sólido e integral. Y es ahí donde la región tiene una oportunidad: impulsar soluciones prácticas posibles con IA, como la automatización administrativa, asistentes virtuales para atención ciudadana y búsqueda inteligente de documentos, que no requieren regulación estricta y pueden desplegarse rápidamente si hay voluntad política de hacerlo.

Pero claro, como dijimos, la condición necesaria es una sólida política pública de desarrollo digital previa. No obstante la existencia de esta verdadera potencialidad para un avance efectivo de la herramienta IA en beneficio de la ciudadanía, el segundo plano de una mirada completa sobre el tema lo constituye el avance vertiginoso de la IA generativa. Acá es donde entran en juego preguntas éticas, sociales y políticas: desde la transparencia en la toma de decisiones hasta el riesgo de que estas herramientas superen capacidades humanas en determinadas áreas.

El 7% de los argentinos no posee acceso a una red de internet fija o móvil, de acuerdo con el informe de PAD.Shutterstock – Shutterstock

En este punto, el mundo debate dos modelos ya existentes. La Unión Europea avanza con el Artificial Intelligence Act (AI Act), que clasifica la IA por niveles de riesgo y exige altos estándares de transparencia, explicabilidad y responsabilidad, especialmente para sistemas de alto impacto. Es un enfoque preventivo que busca anticipar daños, aunque algunos lo critican por su rigidez y el posible freno a la innovación.

Por otro lado, Estados Unidos opta por un marco más flexible y fragmentado: no hay una ley federal unificada, la regulación es sectorial y se confía en que el dinamismo del mercado impulse la innovación, evitando trabas que limiten el liderazgo tecnológico.

América Latina no debería limitarse a elegir uno de estos caminos, sino encaminarse a un diseño que recoja las ventajas de ambas posiciones: la combinación que considere una visión ética y centrada en derechos ciudadanos del enfoque europeo, con la agilidad y el dinamismo del norteamericano. Regular, sin asfixiar, proteger, sin frenar. En definitiva, gobernar la IA para que sirva a las personas, no al revés.

La inteligencia artificial es una herramienta poderosa. Pero como toda tecnología, no es neutral. Su impacto dependerá de cómo la diseñemos, usemos y gobernemos.

En tiempos de cambio acelerado, América Latina debe ser protagonista. No solo como usuaria de tecnologías desarrolladas en otros países, sino como región con voz propia, capaz de definir cómo quiere convivir con la inteligencia artificial. El desafío no es solo técnico, es político, social y humano.

Desde PAD estamos trabajando activamente para acompañar ese camino, partiendo siempre del diagnóstico riguroso y la medición objetiva como primer paso hacia una transformación digital sostenible, inclusiva y real, que permita la adopción de tecnologías de última generación como lo es la IA.

fuente: Inteligencia Artificial en América Latina: datos locales, innovación y el dilema regulatorio”> GOOGLE NEWS

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