
El gobierno celebró la reducción de la pobreza al 38%, según datos del INDEC, que muestran 1.7 millones menos de pobres y 1.8 millones menos de indigentes respecto al año pasado. Sin embargo, el análisis detallado revela que la mejora se concentra en la indigencia (bajó del 11.9% al 8.2%), mientras la pobreza no indigente se mantuvo en 29.9%.

Una familia tipo necesita 1.057.000 millón de pesos mensuales para superar la línea de pobreza. Esta cifra es inalcanzable para jubilados que apenas reciben 340.000 pesos con bonos incluidos.
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La discrepancia entre estadísticas y realidad salta a la vista: comedores reportan hasta 40% más de demanda, el Banco de Alimentos advierte sobre donaciones en caída, y las calles muestran más personas en situación de calle. El INDEC no incluye variables clave como el costo de alquileres, lo que cuestiona la representatividad de las cifras. Mientras el FMI evalúa desembolsar sólo el 40% del préstamo esperado, la presión por una devaluación agrava la incertidumbre económica.
Aunque las reformas lograron avances macroeconómicos, la pobreza estructural sigue golpeando a 17.9 millones de argentinos. “No hay que festejar números cuando el hambre sigue siendo una emergencia“, concluye, llamando a priorizar políticas que reconcilien los datos con la realidad cotidiana.
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