IA: la brújula china apunta al sur global – Tiempo Argentino

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En un escenario polarizado, la Inteligencia Artificial ya no se muestra sólo como una tecnología revolucionaria.

IA: la brújula china apunta al sur global

Por Fernando Capotondo

En los últimos días pasó sin pena ni gloria una noticia que, seguramente, se habría viralizado en otro contexto político: la República Popular China propuso la creación de una organización de cooperación global en IA, que pretende democratizar el acceso a esta tecnología a nivel internacional, sobre todo en los países del sur global. Así lo anunció el primer ministro chino Li Qiang durante la Conferencia Mundial de Inteligencia Artificial (WAIC), en Shanghái, con más de 1500 participantes de 40 naciones y organismos de todo el planeta.

El funcionario planteó que esta iniciativa busca evitar que la IA se convierta en el “juego exclusivo” de los pocos que hoy manejan el sector, entre los que se encuentran la propia China y EE UU, por supuesto. “Frente a la tendencia fragmentada que muestra la gobernanza mundial de la IA, hay una necesidad urgente de fomentar un mayor consenso sobre cómo lograr un equilibrio entre desarrollo y seguridad”, explicó Li durante la apertura del evento, realizado en forma paralela a la Reunión de Alto Nivel sobre Gobernanza Global de la IA.

Después de admitir que existe una “preocupación generalizada” por los riesgos y desafíos que plantea esta tecnología, el primer ministro propuso que “la IA debe convertirse en un bien público internacional de beneficio para la humanidad”, por lo que “China está dispuesta a compartir su experiencia para ayudar a los países de todo el mundo, especialmente a los del sur global”. Si bien el anuncio tuvo lugar en un evento organizado bajo el lema “Solidaridad global en la era de la IA”, nadie en su sana inocencia pudo soslayar la intención china de diferenciarse del Plan de Acción IA, que el presidente de EE UU, Donald Trump, había lanzado pocos días antes.

En efecto, los académicos, especialistas y funcionarios chinos que participaron de la WAIC se cansaron de hablar sobre gobernanza global, apertura, inclusión, multilateralismo y desarrollo conjunto, todas palabras que sonaron como la antítesis de las pronunciadas por Trump, en el relanzamiento de un programa que tuvo eje en la seguridad nacional, la competencia, la primacía estadounidense y el rechazo explícito a todo lo que “linkee” con China.

En blanco y negro (y con algunos grises)

En un escenario polarizado entre Beijing y Washington, la IA ya no se muestra solamente como una tecnología revolucionaria, capaz de cambiar hasta lo imaginable, sino como el nuevo campo de batalla de una geopolítica cada vez más problemática y febril.

En ese contexto, la movida de China es observada con cuatro ojos, teniendo en cuenta su condición de peso pesado en materia de IA: tiene el 20% de la inversión privada mundial (sólo superada por los EE UU), el abrumador 69% de las patentes internacionales, 1509 grandes modelos de IA (más que cualquier otro país), 5100 empresas y 71 firmas unicornio del sector, además de ser responsable del 23,2% de todas las publicaciones científicas de 2023. Como si fuera poco, China planea invertir más de 150.000 millones de yuanes (unos U$S 20.700 millones) en investigación y desarrollo en 2025: un aumento del 40% respecto al Plan Quinquenal anterior, según el Ministerio de Industria y Tecnología Informática (MIIT).

Este respaldo estatal fue reconocido en un reciente informe publicado por Bloomberg, que informó sobre las “cientos de empresas de robótica que han echado raíces tras el respaldo del presidente Xi Jinping y una plétora de incentivos”, con la salvedad no menor que mientras “los semiconductores de fabricación nacional y los modelos de IA de código abierto están acelerando el ritmo, no se espera que todas las startups sobrevivan”. De más está decir que no todos estuvieron de acuerdo.

“El auge de los modelos lingüísticos chinos, especialmente los de código abierto, infundió esperanza en la comunidad internacional, al ofrecerles la oportunidad de aprovechar los beneficios de la IA. Un buen ejemplo es cómo los servicios de traducción con tecnología DeepSeek contribuyeron a los trabajos de rescate tras el terremoto en Myanmar”, opinó Wang Ruomeng, de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, en una declaración realizada hace semanas que hoy cobra relevancia.

Como un Fórmula 1

Del otro lado del mostrador, la estrategia de Trump fue presentada como una suerte de manifiesto tecnopolítico contra su archienemigo China, con medidas que van desde un control estricto a las exportaciones y la exclusión de tecnología “adversaria”, a alianzas con países en desarrollo para contrarrestar la “Ruta Digital de la Seda” y la imposición de una narrativa ideológica vinculada con la seguridad nacional. “Estamos asegurando que EE UU gane la carrera de la IA. No vamos a permitir que otros países, especialmente China, establezcan las reglas para esta tecnología crucial”, dijo.

Como bien resumió Steven Hai, profesor de innovación tecnológica en la Universidad Jiaotong Liverpool, de Xi’an, “China, EE UU y otras grandes economías están involucradas en una maratón a velocidad de Fórmula 1”, en la que aún es aventurado predecir qué país se consolidará como el ganador de la carrera.

Según informes del instituto de investigación europeo Epoch IA, difundidos en la WAIC, China y EE UU tienen un amplio dominio del sector, y sólo entre el 10 y el 15% de los modelos más recientes fueron desarrollados sin su participación. En ese contexto, el 78% de los modelos chinos son considerados “a la vanguardia” de la tecnología, frente al 70% de los estadounidenses.

¿Y por casa cómo andamos?

En este mapa binario, el sur global es mirado de reojo como un territorio en disputa y, al mismo tiempo, un potencial aliado/cliente de una carrera que se vislumbra impredecible. Según información de la UNESCO, más del 85% de los países en desarrollo carece de una mínima estrategia de IA y apenas el 20% cuenta con infraestructura suficiente para implementarla con algún grado de soberanía.

Para estos países, una de las mayores ventajas de China respecto a Estados unidos “es que la mayoría de sus principales modelos son de código fuente abierto y ‘open-weight’ (con libre acceso a los algoritmos de ponderación), como el exitoso DeepSeek, según comentó el ex CEO de Google, Eric Schmidt, en una de las charlas de la WAIC.

Grietas económicas y políticas al margen, la IA se muestra como un negocio en franco crecimiento a juzgar por los 150.000 millones de dólares de inversión global en 2023, que confirmó la plataforma Statista; y el 15% del PBI mundial que podría alcanzar en el año 2030, o sea pasado mañana, de acuerdo con las proyecciones de la Corporación de Datos Internacional (IDC).

El valor del mercado global se ubicó entre los U$S 230 y 280 mil millones en 2024, los cálculos para 2025 fluctúan entre los U$S 300 y casi 400 mil millones, y las proyecciones para 2032 alcanzan U$S 1,7 billones, según los pronósticos más recientes de Fortune Business Insights, Grand View Research, Exploding Topics y la UNCTAD.

Mientras las ganancias se reparten entre pocos y la impotencia entre muchos, solo falta saber si también serán inteligentes las respuestas globales ante dos modelos que, a priori, se muestran antagónicos. Quizás sea un ejercicio interesante consultárselo al ChatGPT, DeepSeek, Gemini o a cualquier otro desarrollo tecnológico. Aunque tal vez, la pregunta más urgente no sea quién dominará la IA, sino quién podrá usarla sin pedir permiso.  «

fuente: GOOGLE NEWS

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