
Con la llegada de la temporada alta, el sistema sanitario provincial activó un esquema de inspecciones y trámites para autorizar el funcionamiento de natatorios de uso público. El operativo, a cargo de la Dirección General de Salud Ambiental del Ministerio de Salud Pública, busca reducir riesgos frecuentes del verano: accidentes en el agua, fallas de seguridad y problemas sanitarios vinculados a la calidad del agua.
La responsable del Departamento de Saneamiento Básico, Silvina Gerstenfeld, explicó que la obligación de habilitación alcanza a piletas de uso público y deja afuera a las que están en hogares particulares o en edificios de uso exclusivo para propietarios, que no están comprendidos por ese régimen.
Un trámite que revisa “papeles”, estructura y agua
La habilitación no se limita a una visita rápida. El procedimiento arranca con la presentación de documentación y avanza por etapas que combinan verificación legal, edilicia y técnica.
En ese marco, Gerstenfeld sostuvo: “Las ventajas para un usuario de ir a una pileta habilitada es que cumple con una serie de requisitos que van a minimizar el riesgo que tiene una pileta de natación, tanto desde el punto de vista de su seguridad como desde el punto de vista sanitario”.
Según detalló, el control se guía por exigencias establecidas en la Resolución 1200 del área sanitaria y se complementa con inspecciones in situ para comprobar condiciones mínimas del predio y del servicio.
Qué se mira en la inspección: seguridad y condiciones del lugar
En la recorrida presencial, los equipos verifican aspectos que impactan directamente en la prevención de incidentes y en la respuesta ante una emergencia. Entre los puntos relevados se incluyen:
- estado general del natatorio y su entorno
- presencia de ducha
- cerca perimetral u otros mecanismos de resguardo
- disponibilidad de guardavidas
- elementos y condiciones para un eventual rescate
Además, se revisa el cumplimiento de medidas edilicias y de seguridad previstas por la normativa vigente.
Control sanitario
Uno de los ejes centrales es la calidad del agua. Durante las visitas se realizan mediciones y toma de muestras que luego se procesan en el laboratorio del organismo.
En palabras de Silvina Gerstenfeld: “También se miden algunos parámetros del agua, como pH y cloro, y se toma una muestra de agua para realizar un análisis en nuestro laboratorio de control de agua”.
La autorización final requiere un control jurídico exhaustivo, donde se analiza si la pileta cuenta con cobertura y respaldo formal para operar. Allí se revisa, entre otros elementos:
- seguro que cubra accidentes en pileta
- servicio de emergencia
- carnet habilitante y carnet de sanidad de guardavidas
- título de propiedad y documentación general
Sobre esta instancia, Gerstenfeld explicó: “Si la muestra de agua tiene un resultado bacteriológico adecuado y surge que de la inspección in situ el natatorio cumple con los requisitos, pasa a una instancia de evaluación de los asesores letrados. Si todo está en condiciones, recién ahí se emite un dictamen para que luego el director de la Dirección de Salud Ambiental emita su resolución de habilitación”.
Cuántas piletas están habilitadas y cómo sigue el control en verano
De acuerdo a los datos brindados por Silvina Gerstenfeld, el registro actualizado del organismo indica: “Hasta el día de hoy contamos con 120 piletas habilitadas, de las cuales alrededor de 20 son climatizadas y se habilitan durante todo el año, y 100 son piletas de temporada, de un total aproximado de entre 150 y 160 que tenemos en nuestra base de datos en toda la provincia”.
La funcionaria señaló además que la habilitación no cierra el tema: durante toda la temporada se sostienen inspecciones periódicas para verificar que se mantengan las condiciones exigidas.
Frente a irregularidades, el esquema prevé sanciones, desde multas hasta clausuras en situaciones graves, como la falta de guardavidas o incumplimientos que comprometan la seguridad.
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