
No es una guerra de aniquilación sino de posiciones. Exagerando, es muy enfrentamiento de trincheras donde ganar una plaza no significa derrotar definitivamente al adversario. Y es una guerra que tiene un “árbitro”, que inclina la cancha porque uno de los contendientes es su propia hermana pero que no puede prescindir de los consejos de su asesor estrella. Así están las cosas en el corazón del poder y en el mejor momento político de la administración de Javier Milei. Los vientos propicios de la elección de octubre todavía hinchan las velas de un barco que estuvo a punto de naufragar pero que consiguió, finalmente, enderezarse. Aún en este clima, el forcejeo no ha cesado ni tiene indicios de que vaya a concluir pronto. Caputo, el joven, se fortaleció cuando dejó trascender que estaba considerando irse. Ese mensaje fue poco creíble pero no para Milei, a quien estaba dirigido.
La caída del jefe de la AFI (ex SIDE) estuvo envuelta en rumores intensos sobre el manejo de fondos reservados y su reemplazo por el jefe de Asuntos Internos, es decir el que audita las cuentas internas de la inteligencia doméstica, viene a reforzar aquellas versiones que hicieron cesar a Sergio Neiffert. Porque al jefe de la ex SIDE lo hicieron cesar en sus funciones, como dice el decreto. Es decir, lo echaron porque se negaba a renunciar. Algo insólito en un funcionario que está a tiro de una decisión presidencial. Su resistencia quiso expresar el desesperado pedido de ayuda a Karina Milei ya que su antiguo tutor, Santiago Caputo, le había bajado el pulgar.
La pregunta es qué pesó más en el degollamiento de Neiffert: ¿Los rumores de desmadejo de fondos reservados o el acercamiento a Karina? La respuesta que se obtiene en esos opacos escenarios es que esta última maniobra de Neiffert fue letal a sus intereses.
En conclusión, su caída fue consecuencia de la pelea interna y no por la eficacia de su trabajo. El Plan de Inteligencia que se ha difundido, por ejemplo, parece un trabajo de un especialista aséptico, de un trabajo académico antes que una directiva estratégica. Inclusive tiene el puntilloso cuidado de no nombrar a Gran Bretaña como ocupante de las islas Malvinas, quizá una precaución excesiva de no ofender al Occidente que pertenecemos.
Los especialistas van aún más allá. Dicen que si hay algo claro es que Milei está explícitamente alineado con Estados Unidos e Israel, en cualquiera de sus acciones, y en el documento oficial difundido no hay mención de ello.
Citan, como contraste, las directivas del gobierno de Trump para la región en la que se especifica que la Doctrina Monroe tiene ahora el “Colorario Trump”. Esa doctrina, de 1823 durante la presidencia de Monroe, apuntaba a las potencias europeas para mantenerlas fuera del área de influencia americana. Así como en 1904 se incorporó el Colorario Roosevelt, para el caso de República Dominicana, ahora el jefe de La Casa Blanca invoca esa doctrina para justificar lo que está haciendo en América Latina, principalmente sobre los gobiernos que, según Washington, auspician el narcotráfico. El despliegue naval frente a Venezuela forma parte del aggiornamiento, por así decirlo, de esa doctrina, aunque es una repetición histórica. Y sus consecuencias tuvo que soportarlas el ex canciller Miguel Zavala Ortíz, en 1965, por el desembarco norteamericano en Santo Domingo.
¿Habrá algún involucramiento militar argentino, así sea simbólico, en esta acción? ¿Precisa autorización del Congreso cualquier acto de este tipo? Preguntas que están en el aire en el marco de una política de reposicionamiento de las Fuerzas Armadas en el escenario argentino, como lo expresó Milei ayer en Córdoba al recibir los aviones F-16 que terminó de adquirir su gobierno. La primera gestión la había iniciado el gobierno de Fernández.
Milei unió el concepto de “soberanía” a la “prosperidad económica”, como fórmula inescindible, y por primera vez se refirió a la “tragedia nacional” de la dictadura militar, un lenguaje inédito en el vocabulario libertario.
Volvamos a la “guerra política” en la que ese ajedrez ha determinado que Justicia, donde Santiago Caputo todavía aspira a poner un alfil, sigue bloqueado por Cúneo Libarona, que ya inclusive se había despedido públicamente.
Está el caso de Adorni, verdadero stopper del ministro Diego Santilli, quien hasta ahora ha gastado más labia que plata con los gobernadores pero sabe que ese recurso se está acabando.
El nuevo jefe de Gabinete, que es Karina puro, se muestra seguido en las reuniones de Santilli pero no aparece en las que mantienen Luis Caputo ni en las de Sandra Pettovello, que tienen acceso directo al Presidente. El ministro de Economía, en alguno de esos diálogos fuera del gobierno, se ha mostrado preocupado por lo que el entusiasta Santilli puede estar ofreciendo.
Por supuesto que en este trasiego, la estrella de los Menem, sobre todo el de Lule, ha vuelto a brillar en el firmamento del poder. Cuando se menciona a Karina, en su gestión inmediatamente se agrega el apellido Menem, como un poder detrás del trono.
El marco político propicio le dio a los libertarios la primera minoría en Diputados y hasta podrían haber tenido quórum propio si hubieran actuado con más amplitud. Pero la guerrilla no ha parado: las acusaciones a Grabois porque su padre perteneció a Guardia de Hierro, una agrupación de la ortodoxia peronista en los ´70, se leyó como un tiro por elevación contra Alejandro Alvarez, actual responsable de la política universitaria en el área de Pettovello. Alvarez es hijo del “Gallego” Alvarez, jefe de Guardia de Hierro, y se lo ubica como vinculado a Santiago Caputo en esta pelea de posiciones.
Sea como fuere, en esta primavera en la que el peronismo no puede hacer pie todavía, comienzan a insinuarse movimientos para la etapa por venir. Se menciona a Julio Alak, por ejemplo, y sobre todo a Sergio Uñac, ex gobernador de San Juan y triunfador en las últimas elecciones, como una de las figuras que quiere encarnar el post cristinismo. Consideran que Axel Kicillof hace un antikirchnerismo retórico pero que siempre termina subordinado. Es como hacía Alberto, dijo alguien que no quiere nada al gobernador de Buenos Aires, quien acaba de lograr un acuerdo para endeudarse siguiendo las reglas no escritas del mundo bonaerense.
Puede ser una exageración propia de la desmesura y la crueldad de la interna peronista en la que no hay que dar nada por definitivo, incluida las aspiraciones siempre a flor de piel de Sergio Massa.
—



