
El comercio mundial de GNL (gas por barco) alcanzó en el 2023 unos 1504 millones de m3/día promedio (unos 400 millones de toneladas año), con Estados Unidos como el principal exportador mundial (312 MMm3/d) y China el principal importador (265 MMm3/d). S&P Global proyecta para el 2030 un aumento de la demanda mundial de gas por barco de un 50% (alcanzando un promedio 2256 millones de m3/d) motorizado en su mayor parte por el crecimiento de la demanda asiática.
La oferta adicional provendrá, según el pronóstico, de Estados Unidos, de Medio Oriente, de Oceanía, y de nuevas fuentes de suministro, entre las que podría estar el gas de Vaca Muerta de la Argentina.
Es interesante lo que sucede con la demanda de GNL proyectada para la Unión Europea, porque se la asume estable respecto a la actual, recordando que en Europa se ha dado una sustitución de gas ruso que se transportaba por gasoductos, por gas natural que llega a plantas de regasificación abastecidas sobre todo con nueva oferta proveniente de Estados Unidos y Qatar.
La Unión Europea tiene un consumo promedio de gas natural de unos de unos 870 millones de m3/d, y antes de que se desencadenara la guerra en Ucrania, Rusia abastecía alrededor del 45% de esa demanda. El principal comprador del gas ruso era Alemania, y, conviene recordar, que había caños que vinculaban a Europa en directa por el mar Báltico con la producción rusa.
El gasoducto Nord Stream 1 con una capacidad de transporte de unos 150 millones de m3/d, operativo antes de la guerra, y el Nord Stream II que añadía una capacidad de transporte similar, que quedó sin ser inaugurado debido al conflicto. El otro ducto de gas importante que une la producción rusa con el mercado europeo atraviesa territorio ucraniano, pero el primero de enero de este año, también dejó de operar. Hungría y Eslovaquia todavía reciben gas ruso por el caño que atraviesa Turquía.
Con la pérdida del suministro a Europa, Rusia se ha visto obligado a redireccionar su oferta a Asia (sobre todo a China), construyendo nuevos gasoductos con ese destino, y habilitando plantas de licuefacción para activar su presencia en el mercado mundial del GNL. Gazprom, el coloso estatal ruso, que antes de la guerra contribuía con el 13% de los ingresos presupuestarios a nivel federal, ha reducido su contribución al 8%, y en sus últimos estados financieros del 2023 consignó perdidas por primera vez desde 1999.
El presente energético es complicado para la Unión Europea, y dada su importante participación en la demanda de GNL a consecuencia de la guerra, sus posibles reacomodos geopolíticos ahora suman nueva incertidumbre a los riesgos propios de este mercado. Habíamos anticipado que con un invierno frío (Clarín 11/12/24) el abastecimiento de la demanda europea de gas natural traería complicaciones.
Vino el frío en el hemisferio Norte y las reservas almacenadas de Europa que al comenzar el invierno estaban al máximo de capacidad, vienen cayendo más de lo previsto. Se prevé que al finalizar la temporada van a tocar un mínimo de 30% obligando a grandes consumidores (químicas, hornos de fundición) a reducir su demanda. Los precios spot de referencia para Europa están aumentando y las presiones de los distintos consumidores a los gobiernos de la Unión Europea por el encarecimiento del insumo energético también crecen.
Puede que el próximo año, con suministro adicional de Estados Unidos y Qatar, la situación coyuntural europea tienda a aliviarse. Pero con caños vacíos que conectan a Rusia, con un posible desenlace del conflicto bélico promovido por la nueva administración Trump, con la pérdida de competitividad alemana por el aumento de los costos de la energía, y con la reivindicación por voto popular de los nacionalismos de extrema derecha en Alemania, Francia y otros países, ¿quién se anima a asegurar que la Unión Europea se mantendrá firme en su postura de no negociar nuevo suministro con los rusos?
Con el capital hundido de los gasoductos existentes los precios del gas ruso pueden ser muy atractivos e impactar fuerte en los precios del GNL. Sería una consecuencia no deseada por Trump y sus estrategas energéticos que ya habilitaron permisos para construir nuevas plantas de licuefacción y son los principales oferentes en el mercado europeo.
Vaca Muerta alberga muchas más reservas de gas que de petróleo, y el petróleo que se produce viene con gas asociado. Para avanzar en un desarrollo intensivo, urge ubicar y asegurar nuevas demandas de gas en el país, en la región y en el mundo.
En esto competimos con Estados Unidos, y el precio de referencia para la viabilidad de los proyectos de exportación de gas por barco para nuestros productores es la cotización Henri Hub que rige el precio de los productores americanos.
Hay que ganar mercados y cerrar contratos para hacer realidad las ingentes inversiones que compromete la infraestructura de ductos y de licuefacción. Somos tomadores de precios en un mercado mundial donde hay riesgos e incertidumbre.
Los productores locales tienen que seguir trabajando sobre los costos y la productividad, y el gobierno debe avanzar en la agenda de medidas macro y microeconómicas conducentes a reducir el riesgo país, abrir el mercado de capitales, salir del cepo y recrear confianza institucional.
El RIGI ayuda, pero no es determinante de la decisión de inversión. Y en un orden mundial con reacomodamientos geopolíticos también importa la reinserción estratégica de la Argentina en función de sus intereses y de sus oportunidades de negocio.
Daniel Montamat es ex presidente de YPF y Ex secretario de Energía
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