Fraude científico en ascenso: un desafío global para la credibilidad de la investigación

Fake news

En los últimos años, la comunidad científica enfrenta una amenaza silenciosa que erosiona uno de sus pilares fundamentales: la confianza.

Un estudio reciente, dado a conocer por The New York Times, confirma con datos estadísticos lo que muchos denunciantes habían advertido: la proliferación de artículos fraudulentos en revistas académicas está creciendo a un ritmo vertiginoso. Según el análisis, el número de publicaciones sospechosas de proceder de “fábricas de papel” se duplica cada año y medio, una velocidad muy superior al crecimiento natural de la producción científica legítima.

Fábricas de papel: la profesionalización del engaño

Lejos de ser casos aislados, las fábricas de papel funcionan como verdaderas industrias.

Producen estudios de baja calidad o completamente falsificados y los ofrecen a investigadores dispuestos a pagar por figurar como autores.

Esta práctica, impulsada por la presión de publicar para acceder a becas, ascensos o plazas de investigación, ha encontrado un terreno fértil en la creciente multiplicación de revistas científicas, muchas con procesos de revisión poco exigentes.

Como explicó la investigadora Anna Abalkina, de la Universidad Libre de Berlín, los artículos fabricados suelen estar plagados de imágenes manipuladas, plagio disfrazado y, cada vez más, textos generados o modificados con inteligencia artificial.

Un mapa de conexiones ocultas

El equipo del Dr. Luís Amaral, en la Universidad Northwestern, analizó más de un millón de artículos para trazar un panorama del fenómeno.

Utilizando técnicas de teoría de redes y bases de datos de retracciones, identificaron al menos 30.000 publicaciones sospechosas, muchas de ellas vinculadas en complejas redes de colaboración entre autores y editores.

Las evidencias son reveladoras: artículos con imágenes duplicadas, bancos de datos fraudulentos usados para generar múltiples manuscritos y patrones que apuntan a colusión sistemática.

Los investigadores estiman que lo descubierto hasta ahora representa apenas una fracción del problema: podría existir un número cien veces mayor de artículos falsificados aun sin detectar.

Campos de investigación más vulnerables

El análisis también reveló que ciertas áreas son más proclives a este tipo de fraude.

Estudios relacionados con microARN y cáncer mostraron una mayor concentración de irregularidades en comparación con otros campos, como la edición genética mediante CRISPR. Este sesgo refleja dónde existe mayor presión académica y mayor atractivo para publicaciones de impacto.

El riesgo, advierte el Dr. Amaral, es que estos campos terminen saturados de “basura científica”, al punto de desalentar a investigadores serios de continuar trabajando en ellos.

La inteligencia artificial como catalizador

Si antes las fábricas de papel se limitaban a copiar y modificar material ya existente, hoy recurren a la inteligencia artificial para generar imágenes y textos completamente nuevos, prácticamente imposibles de distinguir de los auténticos. Para Abalkina, esto marca un cambio de escala que hace aún más difícil la detección. “Ya no hablamos de manipulación, sino de creación desde cero de datos falsos”, señaló.

Propuestas para contener la crisis

Los mecanismos actuales, como las retractaciones, resultan claramente insuficientes frente a un problema que crece exponencialmente. Entre las medidas sugeridas por los expertos se encuentran:

  • Fortalecer los filtros editoriales con sistemas de detección de fraude similares a los usados en transacciones financieras.
  • Sancionar de manera efectiva a los autores implicados, incluyendo la prohibición temporal de publicar.
  • Reformar los incentivos académicos, priorizando la calidad y el impacto real de los trabajos por sobre la cantidad de publicaciones.

Una advertencia ineludible

El fraude científico no es un asunto marginal ni afecta solo a ciertas revistas: amenaza la estructura misma de la investigación. “La ciencia avanza porque confiamos en lo que otros hicieron; si esa confianza se quiebra, el edificio completo se tambalea”, advirtió el Dr. Amaral.

La advertencia es clara: estamos frente a una crisis en desarrollo. Afrontarla exige cambios profundos en la forma en que se produce, evalúa y recompensa la ciencia. De lo contrario, el conocimiento académico corre el riesgo de contaminarse a tal nivel que su propia credibilidad quede en entredicho.

fuente: GOOGLE NEWS

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