
La última pelota tenía destino de gloria; también, de redención. Pero Renzo Giampaoli mete un derechazo que se pierde en el Bosque. Gimnasia no pudo contra su propia historia y otra vez, Estudiantes terminó ganador. Y aunque los hinchas brindan una despedida entre aplausos, conscientes de que el equipo se armó para pelear la permanencia, se percibe el dolor entre los tablones. La fiesta está sobre el césped, ahí mismo, donde los futbolistas de rojo y blanco bailan por el pase a la final, la sexta del ciclo de Eduardo Domínguez. Después de la artillería pesada entre la AFA y Juan Sebastián Verón, el pincha tomó cuerpo, ganó tres partidos consecutivos y enfrentará a Racing en Santiago del Estero.
Las banderas de Maradona flameaban en la platea Basile, pero hubo poco de la magia de Diego. El clásico tuvo tensión, poco brillo y el triunfo de Estudiantes llegó por un error no forzado de Giampaoli, que tuvo que salir al costado para cubrir a Juan Pintado, erró en el cruce y permitió que Edwuin Cetré, el jugador más desequilibrante, superara la marca y lograra meter el centro atrás para la arremetida goleadora de Tiago Palacios. Fue un calco de la jugada que definió el duelo con Central Córdoba.
— SportsCenter (@SC_ESPN) December 8, 2025
Si algún desprevenido recién encendió el televisor a los 43 minutos del primer tiempo, tal vez demorado por la sobremesa o la siesta del feriado, pudo creer que se perdió un partidazo. En 120 segundos, Gimnasia y Estudiantes protagonizaron un ida y vuelta furioso. Cortó Santiago Núñez y con un pase largo dejó a Cristian Medina al borde del gol, pero se quedó sin nafta el ex volante de Boca y su disparo fue interceptado por Nelson Insfrán. En el contragolpe, la pelota derivó de izquierda a derecha para la llegada de Manuel Panaro, que inventó un remate en la puerta del área, hubo un rebote en Santiago Arzamendia que subió el nivel de dificultad del disparo y Fernando Muslera manoteó a puro reflejo.
Fue un shock de emociones, apenas eso. La realidad, a la hora del análisis, fue otra. Los primeros cuarenta y cinco minutos fueron de bajo vuelo. Arrancó mejor Estudiantes, se afirmó Gimnasia, pero más allá de ese ratito en el epílogo de la etapa inicial, nada pasó en el Bosque. Solo primó la pierna tensa, el corte, las tarjetas amarillas y un espectáculo que poco tuvo que ver con el contorno.
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Estudiantes apeló al 4-1-4-1 con Lucas Alario como referencia y ese fue un gran problema. Con Guido Carrillo suspendido por cuatro fechas, Eduardo Domínguez probó con Facundo Farías primero y con el ex Colón y River después. Lejos de las certezas que mostró en el pasado, el santafesino no aguantó una pelota. Siempre perdió entre los centrales locales.
En este contexto, lo mejor que produjo Estudiantes se dio por las bandas, pero sobre todo con Cetré, que le ganó el mano a mano a Juan Pintado pero no tuvo una buena terminación para sus jugadas. Del otro lado, Tiago Palacios llegó algunas veces al uno contra uno que tuvo enfrente a Pedro Silva Torrejón. Incluso, el uruguayo buscó un centro atrás que se cerró y encontró una buena respuesta de Insfrán.
Gimnasia fue intenso a bordo del 4-2-3-1 en el que se destacó Nicolás Barros Schelotto como punto de partida. Alejandro Piedrahita y Bautista Merlini se movieron por la izquierda y Panaro por la derecha. El colombiano fue inquietante para Román Gómez. Hubo un tramo en el que el Lobo pareció dominante, pero lo consiguió producto de su ímpetu, no tanto desde su calidad.
En el segundo tiempo, Gimnasia salió empujado por su gente, que vivía con muchos nervios el partido. Lo tenía encerrado a Estudiantes, pero en ocho toques, el pincha llegó al gol. Participaron desde el arquero hasta Palacios, que aprovecharon la cadena de errores del fondo tripero.
Cetré asiste, Palacios factura y el Pincha se mete en la final. Foto: Marcelo CarrollEl Lobo sintió el impacto. Y Estudiantes empezó a manejar la pelota bajo la suela de Medina. Fernando Zaniratto movió el banco, pero lo único que hizo fue acumular atacantes. Pasó a jugar con cuatro arriba: Jeremías Merlo y Norberto Briasco por afuera, Marcelo Torres y Jan Hurtado como centrodelanteros. Las pelotas volaron sobre el área de Muslera como los F-16. Rechazaron todo los zagueros, reforzados por Facundo Rodríguez en el último tramo, especialmente Leandro González Pirez.
Estudiantes llegó a la final del Torneo Clausura y ahora espera que tenga el mismo resultado que en el Metropolitano de 1967, cuando venció 3 a 0 a Racing en el Viejo Gasómetro. Será otro duelo de carácter histórico, claro, como aquellas antiguas noches coperas que encendieron la rivalidad.
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