
¿Habrá cuarta temporada de Envidiosa? ¿Existe Cascadita? ¿Por qué a María Abadi le salen tan bien estos personajes? ¿Dónde podemos ir a hacer glamping? ¿Julieta Cardinali nos cae bien a todas? ¿Cuán identificadas nos sentimos las mujeres de (más, menos) la generación de Vicky (Griselda Siciliani)? ¿Nos representan a todas las dudas existenciales, los vaivenes emocionales, el reloj biológico, los altibajos de pareja, la vida idílica de Instagram versus la vida real y los miles de lados de la maternidad (sería más fácil si hubiera solo un “lado B”) que muestra la tercera temporada de la serie de Netflix?
Envidiosa propone -y logra- algo difícil: convertirse en un exponente de su generación. Es decir, interpelar a sus televidentes, hablar de sus problemas y mostrar -más o menos caricaturizadamente– algo por lo que están atravesados.
Por supuesto que hablamos de una ficción, en donde Vicky, la protagonista, se pasea con stilettos y ropa impecable en un país con un escandaloso porcentaje de personas pobres sin tropezar con las baldosas rotas de las veredas porteñas. Vive enroscada en “su mundo” de problemas, en el que se siente también un poco incomprendida, incluso por su madre, su hermana o sus mejores amigas.
Vicky es un poco la Bridget Jones o la Carrie Bradshaw de la Buenos Aires “clase media” del siglo XXI. Foto: Netflix.Salvando las distancias, Vicky es un poco la Bridget Jones o la Carrie Bradshaw de la Buenos Aires “clase media” del siglo XXI, cruzada por las redes del qué dirán y el sentir que se queda un poco “afuera” de las lógicas de los nuevos vínculos como las parejas abiertas (más allá de que nos pueda caer mejor o peor el personaje de María Abadi, que tiene un aire al que encarnó en la segunda temporada de El Encargado).
Envidiosa es una comedia (que alcanzó el primer puesto en el Top 10 semanal de la plataforma en Argentina, Uruguay y Chile), pero hay un lugar donde el gran guión de Carolina Aguirre se mete en debates necesarios.
Expone realidades que no siempre se ilustran en este tipo de contenidos, y se cruza con mandatos (sociales y familiares) que no siempre tenemos tan claros: aunque nos salgan fácil de llevar como consigna, en lo verdaderamente íntimo es muy difícil de internalizar (y más para las generaciones +40, que se criaron con unas ideas, y en el camino se empezaron a abrir nuevas perspectivas).
El guión se cruza con mandatos (sociales y familiares) que no siempre tenemos tan claros, más aún las generaciones +40. Foto: Netflix.
¡Alerta spoiler! Sobre el final de Envidiosa 3
Como decía, orgullosamente me crié con Bridget Jones, que transitó toda una película para saber quién era el padre de sus hijos, y fue madre después de los 40. Más atrás, todas recordamos idílicamente el banquito en el que Julia Roberts estaba recostada junto a Hugh Grant en el final de Notting Hill… Con una gran panza de embarazada. ¡Hasta Ross y Rachel tuvieron una hija como corolario de las 10 temporadas de Friends!
Ya lo sabemos, hay excepciones: por ejemplo, recientemente And Just Like That… cerró la historia con una Carrie sin pareja, y sin hijos, “feliz con ella misma”.
Vicky no se enfrenta a Matías (Lamothe) como individuo, sino con su propio ideal de pareja. Foto: Netflix.En Envidiosa (alerta, spoiler a continuación) el personaje de Vicky y su pareja, Matías (Esteban Lamothe), hacen consultas médicas para entender en qué lugar están parados a la hora de pensar en un embarazo. En la consulta, la médica le pregunta a Vicky si estuvo embarazada o tuvo algún aborto (tal y como ocurre en la vida “real”) y hablan sobre la posibilidad de un tratamiento de fertilidad.
Sin embargo, llama la atención la falta de mención a la Ley 26.862 de Fertilidad Asistida, que en Argentina garantiza el acceso igualitario a procedimientos y técnicas de reproducción médicamente asistidas, con cobertura de obras sociales y prepagas.
La búsqueda de la realización profesional de Vicky es otro de los puntos de la serie. Foto: Netflix.Pero, luego (una vez más, ¡alerta spoiler!), la trama avanza de la mano de las reflexiones internas de la protagonista y muchas sesiones de terapia junto a la genial Fernanda (Lorena Vega).
Y define (al menos al final de esta temporada) que con 42 años y toda una vida repitiendo los nombres de sus “futuros” hijos, ser madre no está hoy en el universo de sus deseos más genuinos.
El grupo de amigas, el lugar seguro: Pilar Gamboa es Caro, Marina Bellati es Debbie, Violeta Urtizberea es Lu Pedemonte, Bárbara Lombardo es Melina y Griselda Siciliani, Vicky. Foto: Netflix.Y en una comedia romántica que pone en primer plano la cuestión de las citas, las parejas y la realización de los deseos, es bastante meritorio. Podría intentarlo, pero elige no hacerlo.
Al fin y al cabo, el final feliz no tiene que ser siempre con un test positivo.
Maternidades posibles: no un lado B, sino todos los lados del cubo
Pero no es sólo Vicky la que pone en cuestión al mundo de la maternidad: todos los personajes femeninos se posicionan de alguna manera frente a ésta. ¿Ser o no ser madre? ¿Si le saco la teta soy menos madre? ¿Mamadera sí o no? ¿Soy mala madre si elijo la lactancia mixta? ¿Está permitido decir en voz alta que maternar cansa, y mucho? ¿Las madres también pueden salir, tomar algo, pasarla bien sin cargar con culpa?
¿Las madres también pueden salir, tomar algo, pasarla bien sin cargar con culpa? Foto: Netflix.El personaje de la hermana, Caro (Pilar Gamboa), es madre reciente y muestra todas las ambivalencias del puerperio: esas que la mayoría de las madres pasamos, pero son difíciles de poner en palabras. Dudas, cansancios, contradicciones… Poquito disfrute y mucha niebla mental.
Los personajes no son unidimensionales y muestran a mujeres con altos y bajos: que se equivocan, dudan, desean, renuncian y vuelven a desear.
A su vez, la madre de Vicky, Teresa (Susana Pampín), aparece en una escena para decirles al grupo de amigas de sus hijas que “no hablen solo de tipos”. Claro, el mundo es más grande que la obsesión amorosa.
¿Qué es ser padre?
Una mención aparte para el galán de la novela-serie: Matías (Esteban Lamothe) es un hombre amable, enamorado, que le entrega su corazón en la mano a Vicky. Siguiendo con el paralelismo, es el hombre bueno, atractivo y sensible que vimos en el Hugh Grant de Notting Hill.
Matías (Esteban Lamothe) es un hombre amable, enamorado, como el Hugh Grant de Notting Hill. Foto: Netflix.No está cansado de escuchar los planteos femeninos, sino que le dice que no se asustará por esos cambios de energía. Frente a esto, ella no se enfrenta a él como individuo/pareja, sino que está frente a su propio ideal imaginado de pareja y los mandatos que la constituyeron (por ejemplo, con la idea de que si él se va de viaje, le será infiel: ¿cómo juegan ahí los preconceptos y roles de género?).
Sin embargo, el personaje lanza una frase que está levantando polémica: “¡Qué loco lo del donante! Es impresionante. Yo no podría vivir sabiendo que hay por ahí hijos míos”.
¿Por qué cree Vicky (Siciliani) que si su pareja se va de viaje le será infiel? ¿Cómo juegan ahí los preconceptos y roles de género? Foto: Netflix.¿Qué es lo que convierte en padre a una persona? ¿Acaso un donante es padre? La médica ginecóloga Fabiana Taul, autora de La soberanía de nuestros cuerpos: Un libro sobre sexualidad y otras cosas (Bruguera, PRH), lo explicó así (@soberaniamenstrual):
“Un donante aporta una célula, no un rol. No tiene derechos ni responsabilidades sobre los niños nacidos de esa donación, y tampoco se considera que ‘tiene hijos por ahí’. La paternidad implica vínculo, crianza, deseo y presencia. En reproducción asistida, el donante es solo eso: un aporte biológico anónimo y regulado, no una figura paterna”.
Y por último, si te estabas preguntando si la localidad de Cascadita es un lugar real, desde Netflix informaron a Clarín que es un nombre ficticio que se inventó para la serie; las escenas de las carpas gastronómicas se filmaron en una estancia (Santa Elena) que queda en Luján.
En definitiva, las mejores historias no son las perfectas, sino las que se animan a mostrar contradicciones.
—



