
Faustino Bravo, propietario de la Cabaña Las Mercedes, ubicada en el departamento San Fernando —al sudeste de la provincia del Chaco y muy cerca de Resistencia—, combina la producción de hacienda general con un trabajo de selección genética que ha posicionado a su establecimiento entre los referentes del norte argentino. “Tenemos hacienda general, pero es el mismo rebote de la cabaña: de ahí salen los novillos y las vaquillas madres para el rodeo. Dependiendo del año, trabajamos con entre 600 y 700 cabezas. En los últimos años tuvimos que achicarnos mucho por las grandes sequías, que fueron tremendas en esta zona”, explica Bravo en diálogo con Clarín Rural.
El productor señala que su campo está dividido entre zonas de lomas y bajos, en un área inundable cercana a la vera del río Paraná. “No es el mejor campo del Chaco, es de los más difíciles, pero es el que heredé de mi padre, que lo compró en 1947, y donde seguimos toda la familia”, cuenta.
La cabaña nació hace casi veinte años cuando uno de sus hijos, Mauro, se recibió de veterinario. “Ahí vino el impulso de armar la cabaña. Empezamos con un rodeo general seleccionado y con genética del sur, de cabañas como La Pelada o Llorente. Mi padre ya me había inculcado la importancia de la genética, pero antes era muy difícil traer hacienda al Chaco por la tristeza bovina: el 80% de los toros moría antes de adaptarse. Entonces decidimos producir dentro de la zona, con animales adaptados al ambiente y resistentes a las enfermedades locales. Fue una decisión muy acertada”, recuerda.
A lo largo de los años, el establecimiento fue incorporando tecnologías reproductivas avanzadas. “Con el tiempo pasamos de la inseminación a los trasplantes embrionarios y seguimos mejorando. Hoy participamos en la Rural de Palermo y en las Nacionales de Bradford, con buenos resultados. Hemos sacado campeonatos y seguimos creciendo en genética. En una zona tan complicada como el Chaco, lograr genética de calidad es un desafío, pero nuestros animales salen rústicos, muy adaptados. Donde van, andan bien”, dice Bravo, orgulloso.
En la producción general, Las Mercedes combina la cría y recría con la terminación a campo. “Hacemos una parte de novillos para exportación, con cuota Hilton, y otra parte la vendemos como terneros machos en remates televisados. El vientre que ya está fuera de uso lo engordamos y vendemos como carne terminada. Nunca vendo un animal flaco. Todo tiene que dejar un rendimiento económico”, detalla.
La selección de hembras para remate y los reproductores de cabaña forman parte de un esquema cerrado que integra genética, manejo y comercialización. “Tenemos toros en centros genéticos, uno de ellos con más de 100 mil dosis vendidas, incluso en Brasil. La familia está completamente involucrada: un hijo veterinario, otro administrador de empresa y mi hija a cargo de la parte administrativa”, cuenta.
En cuanto a los índices productivos, Bravo explica que trabajan con una carga de aproximadamente tres hectáreas por animal, aunque han logrado reducirla a dos en los mejores años. “Hacemos pasturas y picamos maíz propio para alimentación. Es una zona con poca agricultura, así que lo hacemos todo con nuestras máquinas. Necesito entre 80 y 100 hectáreas por año de maíz para sostener la recría, las vacas preñadas y los animales de exposición”, detalla.
Los índices de preñez se ubican entre el 75% y el 82%, y los de destete alrededor del 70%. “Nunca bajamos del 60 o 65%, pero las sequías nos pegaron fuerte. Por más suplementación que hagas, el estrés de la vaca por falta de campo natural no se compensa solo con alimento. Este año, por suerte, empezó a llover temprano y pinta mejor”, señala.
La selección genética también apunta a características funcionales, como el bajo peso al nacer. “Tratamos de producir terneros livianos al nacer para facilitar los partos, sobre todo porque vendemos reproductores y no sabemos en qué rodeos van a ir. También insistimos en la producción de animales mochos, muy buscados hoy en los remates”, explica.
Con más de una década de trayectoria en la cría y mejoramiento genético, Cabaña Las Mercedes se consolidó como ejemplo de ganadería familiar chaqueña, que combina tradición, adaptación al medio y tecnología. “Nos ha costado mucho llegar, pero lo hicimos desde un campo difícil, con genética propia y trabajo de familia. Eso es lo que hace fuerte a nuestra ganadería”, concluye Bravo.
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