Ellas lideran la nueva cultura del placer: quiénes son y qué buscan las argentinas que cambiaron los sex shops

El placer dejó de esconderse: en Argentina, cada vez más mujeres lo integran a su bienestar y lo vuelven parte de su vida cotidiana. Según un informe del Centro de Investigaciones Sociales (CIS) de UADE, la mayoría de quienes compran en sex shops tienen entre 25 y 45 años, y las mujeres lideran el cambio. Entre ellas, muchas mayores de 40 redescubren su deseo después de separaciones o terapias. Mientras tanto, los sex shops se adaptan al cambio de época: de las vidrieras discretas a los talleres de erotismo, la escena del placer se transforma.

Hoy los sex shops se presentan como “boutiques de bienestar”, con asesoramiento personalizado, talleres y charlas sobre erotismo. En lugar de penumbra, hay iluminación cálida, música suave y aromas diseñados para generar comodidad. Ya no se trata solo de vender juguetes, sino de acompañar procesos personales vinculados con el deseo y la salud sexual.

“El placer empieza a ocupar un lugar legítimo dentro del bienestar integral, al igual que la meditación o el ejercicio físico”, señalan en el informe -que adelantaron a Clarín-, que se hizo entre julio y agosto de 2025 y combinó visitas a locales, entrevistas con dueños y encargados, focus group con estudiantes universitarios y análisis de catálogos online.

Hoy los sex shops se presentan como “boutiques de bienestar”, con asesoramiento personalizado y talleres. Foto: ilustración Shutterstock.Hoy los sex shops se presentan como “boutiques de bienestar”, con asesoramiento personalizado y talleres. Foto: ilustración Shutterstock.

“Las formas en que nos vinculamos cambiaron con la tecnología y con eso también cambió el lugar del placer. Lo que durante años fue tabú hoy empieza a reconocerse como parte del bienestar personal, no solo como un objeto de mercado”, dice Juana Jurado, directora de la carrera de Psicología de UADE y vocera del estudio.

Juguetes sexuales: quiénes son las nuevas compradoras

El informe señala que entre el 60% y 70% de las personas que compran en sex shops son mujeres. Se acercan solas, con amigas o en pareja, y buscan asesoramiento, privacidad y la posibilidad de explorar productos que favorezcan la intimidad o la conexión con el cuerpo.

Erotique Pink, un local Erotique Pink, un local “boutique” en Palermo, ofrece cursos y talleres de erotismo y sexualidad, además de sex toys. Foto: gentileza.

En términos generacionales, dice el informe, la franja etaria de 25 a 45 años concentra la mayor parte de la clientela. Pero es la reivindicación del deseo en la madurez por parte de las mujeres una de las principales claves: las mujeres de entre 40 y 60 años representan un segmento en crecimiento: muchas llegan después de separaciones, motivadas por terapias o por conversaciones con amigas.

En conversación con Clarín, Jurado describe que, “entre los 40 y los 60 años, la exploración del deseo suele aparecer ligada a procesos de cambio vital —separaciones, nuevas parejas, transformaciones en la dinámica familiar— y también a los ajustes físicos de la perimenopausia y la menopausia. En ese contexto, los juguetes sexuales funcionan como facilitadores del bienestar: permiten adaptar la experiencia a variaciones de sensibilidad y lubricación, sostener la intimidad y enriquecer la conexión con el propio cuerpo”.

Andrea Rincón es experta en juguetes sexuales y responsable de la sucursal Belgrano del sex shop Buttman. Comenta a Clarín que allí “las mujeres de 25 a 55 años son las que más compran juguetes, para usar solas o en pareja. Y después tenemos otro rango, de 55 a 85 años —¡tengo una clienta de 84!—, lo cual muestra que el interés por la sexualidad no tiene edad”.

Sex toys: los más pedidos

En consonancia con la mayoría femenina entre los clientes de los sex shops, el juguete sexual más pedido es el succionador de clítoris, especialmente los modelos Satisfyer Pro 2, Love Breeze y Penguin.

La licenciada Jurado enmarca este fenómeno: “Durante años, la cultura sexual priorizó el placer masculino y el llamado ‘imperativo coital’, que asoció el sexo exclusivamente con la penetración. Esto invisibilizó la estimulación del clítoris, esencial para el orgasmo femenino. El auge de los succionadores y los vibradores de doble estimulación puede leerse, entonces, como un ajuste del mercado frente a una demanda históricamente desatendida: productos que responden a necesidades reales y diversas de las mujeres”.

Algunos de los productos que se pueden encontrar en el local de Buttman en Alto Palermo. Foto: Fernando de la Orden.Algunos de los productos que se pueden encontrar en el local de Buttman en Alto Palermo. Foto: Fernando de la Orden.

El precio de los succionadores varía según el modelo (básico o premium), y los costos -aseguran- representan una barrera económica significativa para estudiantes y sectores medios. Por ejemplo, un modelo básico (kit Love Beads) cuesta hoy alrededor de $44.200 en un local de Belgrano, mientras que uno premium alcanza los $115.000.

“El succionador es el juguete más buscado por mujeres para uso personal, popularizado durante la pandemia por ser externo y enfocado en el clítoris”, coincide Francesca Gnecchi, periodista diplomada en sexualidad, autora de El camino del sexo (Ediciones B) y fundadora de la boutique erótica Erotique Pink, que también brinca talleres de sexualidad y tiene una galería de arte erótico.

Además de los succionadores, la oferta más vendida incluye los vibradores de doble estimulación (que rondan los $94.000 según dicho relevamiento) y los anillos vibradores (con un precio de aproximadamente $61.880) son demandados especialmente por parejas que buscan romper la rutina y experimentar. Incluso, en la franja de los 40 años o más, muchas mujeres eligen vibradores clásicos.

Deseo, intimidad y consumo

Mientras los succionadores consolidan el placer individual, el segmento de la innovación tecnológica impulsa la curiosidad entre los consumidores más jóvenes. Los juguetes con app o bluetooth atraen el interés de la franja de 18 a 30 años, quienes buscan productos con control remoto, conectividad y funciones múltiples.

“La diversificación y digitalización de los vínculos instala al cuerpo como territorio de exploración. Deseo, intimidad y consumo se entrelazan en una época donde lo privado se publicita, y lo íntimo, se expresa”, señala Jurado.

“La diversificación y digitalización de los vínculos instala al cuerpo como territorio de exploración“La diversificación y digitalización de los vínculos instala al cuerpo como territorio de exploración”. Foto: Lucía Merle.

De la terapia al descubrimiento

En varios locales de Palermo, Belgrano y Caballito, la investigación de UADE registró un mismo patrón: muchas clientas mayores de 40 años mencionan haber conocido los juguetes sexuales a través de sus terapeutas, en una búsqueda de reconexión emocional y corporal. De hecho, Gnecchi -al igual que Rincón- menciona que suele recibir numerosas “derivaciones de sexólogos, que mandan a las parejas o personas que quieren empezar a incursionar con los juguetes y salir un poco de la rutina”.

“De los 35 en adelante es el público que más nos llega, y de más de 45, un montón -continúa Francesca-. Con la pandemia se activó muchísimo el interés, sobre todo entre las mayores de 50, las llamadas plateadas”, cuenta Francesca Gnecchi a Clarín. “Muchas están separadas o viudas, y no quieren volver a formar pareja, pero sí tener una sexualidad activa. Empezó a circular este mensaje de que la sexualidad no se termina si una no tiene -o no quiere tener- otra persona, sino que puede ser plenamente activa con una misma. Ahí se potenció mucho el uso de juguetes sexuales y la conversación sobre menopausia, dejando de lado el edadismo”.

El cuerpo empieza a verse como un territorio de exploración, de conocimiento y de disfrute: “La tendencia general hacia el autocuidado y el bienestar personal, visible en la popularidad del yoga y la meditación, se extiende al ámbito del placer y explica la aceptación cada vez mayor de los juguetes sexuales”.

Durante la pandemia, las ventas en los sex shop se multiplicaron. Foto: Lucía Merle.Durante la pandemia, las ventas en los sex shop se multiplicaron. Foto: Lucía Merle.

En ese sentido, hay cierta “legitimación del consumo de los juguetes sexuales” que es clave para el aumento de la demanda (que creció exponencialmente a partir de la pandemia): “Las campañas de preservativos y de marcas de juguetes, así como la presencia de especialistas y figuras públicas en las redes, contribuyen a desmitificar el uso de estos productos. La publicidad es una herramienta poderosa para romper tabúes -siempre que evite reproducir estereotipos-, y las redes sociales son el principal canal de aprendizaje para los jóvenes”.

Cómo cambiaron los sex shops: del tabú a la boutique

En los últimos años, los locales se transformaron en espacios de asesoramiento, experiencias sensoriales y educación sexual: invierten en decoración, iluminación y atención personalizada.

Buttman, el primer sex shop que abrió en el shopping Alto Palermo. Foto: Fernando de la OrdenButtman, el primer sex shop que abrió en el shopping Alto Palermo. Foto: Fernando de la Orden

El informe indica que “el sector ha dejado de ser un nicho marginal para convertirse en un negocio de bienestar y estilo de vida”, de la mano de la mayor visibilidad y profesionalización, la ampliación del público (mujeres y parejas) y la digitalización de la oferta.

“Los sex shops se encuentran en una fase de expansión y reconversión. La demanda creciente y la incorporación de tecnologías digitales abren oportunidades para innovar en productos, servicios y estrategias de marketing, siempre que se atiendan las barreras económicas y se sostenga un enfoque centrado en el cliente”, resume el estudio de UADE.

La transformación no es solo comercial: el placer pasó a formar parte de una conversación más amplia sobre el bienestar y los vínculos. En ese contexto, el crecimiento de las clientas mayores de 40 años marca un hito en el cambio de época: ya no se trata de un consumo oculto, sino de una búsqueda de libertad y autocuidado. En definitiva, hoy a los sex shops no se va con culpa, sino con curiosidad.

fuente: CLARIN

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