Eleanor Roosevelt, de una infancia trágica a redefinir el rol de la primera dama en EE.UU.

Para toda una generación de estadounidenses que habían soportado la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, Eleanor Roosevelt (1884-1962) fue una figura muy querida. Ella reescribió las reglas para las primeras damas, porque recorría el país en coche, a menudo sola, para reunirse, sin previo aviso, con sus conciudadanos, escuchar sus preocupaciones y ofrecerles ayuda.

Entre 1933 y 1937, la esposa del presidente Franklin Delano Roosevelt (FDR) recorrió unos 64.000 kilómetros al año. Presentó cientos de programas de radio semanales, dio conferencias de prensa con regularidad, escribió una columna mensual en una revista y publicó una popular columna diaria, My Day, en 90 periódicos, según revela David Michaelis en la biografía Eleanor (2020).

Allá por 1948 “entró en la Asamblea General de Naciones Unidas, vestida discretamente, sin maquillaje, y subió al podio con paso rápido para recibir la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Toda la Asamblea se puso de pie y le brindó una gran ovación. Una ovación de todas las naciones, para una sola delegada”, describe el autor.

Luego de una década como primera dama, Eleanor se había convertido en la principal defensora mundial de los derechos humanos. En su 70º cumpleaños en 1954, escribe Michaelis, el Washington Post publicó una caricatura donde una madre señala la Estatua de la Libertad a su hijo. “Claro, ya sé quién es, mamá”, dice el niño. “Es la Sra. Roosevelt”.

Eleanor Roosevelt sostiene un cartel con la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).Eleanor Roosevelt sostiene un cartel con la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).

Eleanor Roosevelt nació en Nueva York y desde muy joven vivió tragedias personales. Perdió a sus padres durante la infancia y fue criada por sus familiares. Sin embargo, su educación en una escuela progresista en Inglaterra despertó en ella una conciencia social profunda.

De regreso a Estados Unidos, comenzó a involucrarse en causas humanitarias y educativas, lo que la preparó para la vida pública que tendría años después. Ella conoció a FDR cuando ambos eran jóvenes y pertenecían a la misma familia extendida, pues eran primos lejanos.

Aunque se habían visto ocasionalmente en la infancia, su primer encuentro significativo ocurrió en 1903 durante una recepción en la Casa Blanca, organizada por el presidente Theodore Roosevelt, tío de Eleanor y primo de Franklin.

Franklin, entonces estudiante en Harvard, se interesó poco a poco por Eleanor, cautivado por su inteligencia y sentido de la responsabilidad social. En 1903, Franklin, que tenía 22 años, le propuso matrimonio a Eleanor, de 19. Se casaron en 1905 en una ceremonia a la que asistió el presidente Theodore Roosevelt.

 La primera dama, Eleanor Roosevelt, agasaja a los más de 400 soldados asignados a la seguridad de la residencia presidencial de la Casa Blanca. Foto: AP La primera dama, Eleanor Roosevelt, agasaja a los más de 400 soldados asignados a la seguridad de la residencia presidencial de la Casa Blanca. Foto: AP

Ya con FDR en la Casa Blanca, Eleanor se negó a limitar su papel a los actos protocolarios. En lugar de eso, visitó fábricas, hospitales, prisiones y campos de refugiados, convirtiéndose en los ojos y oídos del presidente durante la Gran Depresión.

Su fuerte carácter y compromiso con los más desfavorecidos la hicieron una figura admirada y a la vez polémica, especialmente por su apoyo a las minorías y su defensa de los derechos de las mujeres y de los afroamericanos.

Tras la muerte de su esposo en 1945, lejos de retirarse, profundizó su trabajo internacional y fue delegada de Estados Unidos ante las Naciones Unidas. Como tal, presidió la comisión que redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

fuente: CLARIN

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