
La economía del gobierno de La Libertad Avanza llegó a fin de 2025 en línea con los pronósticos que un año atrás se barajaban. El relevamiento de expectativas del Banco Central de diciembre de 2024 indicaba una inflación de 24,8% y un crecimiento de 4,5% para esta altura del año. El REM de esta semana arrojó una tasa de inflación de 30,4% anual para este mes y crecimiento de 4,4%.
La imagen del Gobierno también parece estar en niveles parejos a los de principios de año. El índice de confianza de UTDT en noviembre se ubicó en el punto más alto desde febrero.
“Todo marcha acorde a lo planeado”, diría el Gobierno.
Pero si el análisis de 2025 se tratara solo de ver las fotos a inicio y fin de año, se pasaría por alto un aspecto central de lo que sucedió en el medio: una volatilidad descomunal. El riesgo país llegó en el medio a estar en 1.400 puntos pero en el año punta a punta, hasta hoy, bajó poco más de 100 puntos.
Por su parte, el aumento de los intereses capitalizables de la deuda presionó el déficit financiero (así advirtió el FMI), y eso llevó al Gobierno a mantener una postura firme en los reclamos más sensibles durante la campaña, como fue la pelea por la ayuda al Garrahan.
Para Daniel Artana, economista jefe de Fiel, “la economía empezó el año con una recuperación y luego se estancó, con grandes diferencias entre sectores, a medida que se acercó la elección”. El economista explicó que “el Gobierno priorizó pisar el tipo de cambio y subir muy fuerte la tasa de interés” para revertir la incertidumbre electoral.
En materia de inflación para Artana “el Gobierno lleva adelante una política consistente para seguir desinflando” y, de cara a 2026 “lo importante será tener en cuenta que la inflación siga bajando más allá si se cumple el 10% de que espera el Gobierno. Un 10% a fines de 2026 me parece demasiado optimista”. El REM espera una tasa así recién a fines de 2027.
La deuda del año para Artana “fue no acumular reservas que genera debilidad y fue compensado por el swap de EE.UU.”. El equipo económico admitió esta semana que “nos falta clarificar la formalización de las reservas”. La campaña 2025/2026 promete dejar más dólares para el año próximo.
La consultora GMA mencionó el viernes en un informe las cinco claves para entender el 2025 de Milei.
El pilar fiscal
En 2024, el gasto nacional cayó del 19% al 15% del PIB y sufrió un recorte real cercano al 26%, según GMA. Dentro de los principales rubros se destacaron los subsidios, obra pública, prestaciones, transferencias y gastos corrientes. Este año, los gastos totales se redujeron 1,3% respecto de octubre de 2024 y las proyecciones ya indican que el superávit primario podría ubicarse en torno a 1,6% del PIB.
“Por eso, la discusión de 2025 no gira sobre si el orden fiscal continúa, sino sobre cuánto más puede aportar a la sostenibilidad del programa en ausencia de crédito externo y una economía que rebota”.
La desinflación avanza
La tasa de inflación siguió descendiendo y abandonó los niveles de hace un año. Las proyecciones la sitúan hoy en torno a 30% anual frente al 118% del periodo previo.
La desinflación no fue pareja.
La carne avanzó por encima del promedio (65%) según GMA, seguida por el tipo de cambio oficial (46%) en un marco de depreciación real de la moneda (el tipo de cambio real avanzó más de 20% en 2025). Rubros como indumentaria (17%) y construcción (20%) devolvieron parte de los excesos acumulados en los años anteriores.
A mitad de año el ex ministro de Economía Domingo Cavallo había advertido que la inflación dejó de caer cuando no perforaba el 4%. Pero luego siguió bajando.
Esta semana se conocerá el IPC de noviembre. El REM estima 2,3%.
José Luis Daza dijo esta semana que “el plan de estabilización ya está a punto de finalizar”. Para la consultora LCG “todo augura un piso de 2% para la inflación minorista para los próximos meses”.
La salida del cepo
El economista Ricardo Arriazu, elogioso del modelo del Gobierno, señala que la salida del crawling peg de abril y la instauración de las bandas perjudicaron la trayectoria virtuosa de la economía. Su correlato ha sido el estancamiento de la actividad desde abril, al posponerse decisiones de inversión y gasto (según el Gobierno fue en cambio culpa del ex ministro de Economía Martín Guzmán y proyectos legislativos para subir el gasto).
Se dispuso que el contacto del tipo de cambio con el techo y el piso de la banda obligaría al BCRA a vender o comprar dólares, respectivamente, para mantener la paridad. Mientras el flujo de dólares acompañó, el régimen se sostuvo. Luis Caputo desafió a los argentinos “comprá dólares, campeón”.
El segundo problema surgió cuando ese margen para “flotar hacia arriba” se agotó. El resultado electoral en la provincia de Buenos Aires desarmó el escenario previo: el dólar escaló $ 45 al día siguiente de la derrota del oficialismo y quedó apenas 3% por debajo del techo de la banda ($ 1.425). Hubo tres días seguidos que el BCRA vendió reservas (unos US$ 1.100 millones).
El respaldo de Estados Unidos suavizó la incertidumbre y moderó el shock político pero no alteró el diagnóstico de fondo. “El esquema cambiario muestra signos de fatiga”, dice GMA.
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La divisas que faltaron
El nuevo esquema no solo marcó un paradigma monetario distinto, sino también, reconfiguró los incentivos sectoriales. Con la reducción temporaria de retenciones y la implementación del RIGI, el agro (US$ 36.964 millones) y minería y energía (US$ 14.219 millones) encabezaron la provisión de divisas. Del otro lado, la industria (-US$ 23.458 millones) y personas (-US$ 37.262 millones) son demandantes netos. Los argentinos le hicieron caso a Caputo y compraron dólares.
El resultado es una paradoja: incluso con superávit energético y agrícola, el desbalance persiste. “Hoy, las reservas netas rondan niveles negativos de US$ 17.236 millones y el desvío respecto de la meta con el FMI asciende a US$ 14.078 millones” dice GMA.
El mercado y las urnas acompañaron
El hito electoral de octubre permitió consolidar tanto la fuerza de LLA en el Congreso como su nivel de aprobación. El riesgo país recortó 137 puntos básicos en los últimos 12 meses. Los bonos en dólares fueron los grandes ganadores: escalaron 12% en promedio y lideraron el ranking de rendimientos entre instrumentos locales.
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