
EE.UU proyecta una cosecha de soja de 118 millones de toneladas para la campaña 2025/2026, y la producción se centra en el Medio Oeste, ante todo en estados como Iowa, Illinois y Minnesota.
Por su parte, la producción mundial del grano alcanzaría a 426.8 millones de toneladas, con un alza notable de la cosecha en Brasil que alcanzaría a 178 millones de toneladas.
La República Popular sólo produce 18/20 millones de toneladas de soja por año, mientras tiene una demanda doméstica de más de 120 millones de toneladas; y esto hace que China sea estructuralmente dependiente de las importaciones del exterior, originadas en sólo 3 países: EEUU, Brasil, y la Argentina.
El vínculo entre estos 3 países y la demanda de la República Popular es el núcleo del negocio de los agroalimentos en el mundo.
Esto le otorga un carácter inmediatamente relevante a todo conflicto que estalle entre EE.UU y China respecto a la producción sojera; y esto es lo que ha ocurrido en este momento cuando la República Popular ha dejado de comprar soja a EE.UU a partir del mes de abril, como represalia a los aranceles especiales de más de 300% que le impuso Donald Trump.
El mandatario norteamericano se ha comprometido ante los sojeros estadounidenses a lograr que China vuelva a comprar su producción, y que le pedirá al presidente Xi Jinping que levante esta represalia carente hoy de sentido en un encuentro que tendrá lugar en 2 semanas en el marco de la reunión de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) que tendrá lugar en Corea del Sur.
La importancia de esta decisión para el agro estadounidense se debe a que más de la mitad de la producción sojera norteamericana se destina al mercado chino.
Este sector de la producción norteamericana tiene una reconocida capacidad de lobby en los grandes centros de poder de Washington, ante todo el Congreso y la Casa Blanca.
Y es el que afirma en los pasillos de la capital norteamericana que China, después de haber clausurado su mercado a la producción del Medio Oeste, se ha volcado a hacerlo en otros 2 países, que son Brasil y la Argentina.
Se trata de una cuestión de corto plazo y de carácter circunstancial en la relación entre las 2 superpotencias, pero es absolutamente central para los grandes países sojeros de América del Sur, que son Brasil – el primordial – y la Argentina.
El agro estadounidense ha sufrido varios golpes significativos este año, además de la clausura del mercado chino; y es que los precios del transporte fluvial han aumentado casi 40% debido a la drástica disminución del caudal del río Mississippi, provocada por una sequía de gran envergadura.
El río Mississippi es la hidrovía del agro estadounidense, y se extiende desde Saint Louis en el Norte a Nueva Orleans en el Sur, y transporta la fabulosa producción de granos de EE.UU hacia todos los mercados del sistema global, y en primer lugar a China, lo que ha aumentado notablemente los costos de la producción sojera, a lo que hay que agregar en una nítida constelación de males el auge de los precios de los fertilizantes originados sobre todo en Rusia.
La competencia entre China y EE.UU ha adquirido una especial relevancia para la Argentina después de la decisión de Donald Trump de “hacer todo lo que sea necesario para garantizar la reelección de Javier Milei en las elecciones de 2027”.
Esto hace que el alineamiento estratégico con EEUU sea absolutamente central para la Argentina, al mismo tiempo que el destino de más de 80% de sus exportaciones agroalimentarias se dirigen necesariamente al mercado chino.
Las masivas inversiones norteamericanas que se prevén después del respaldo otorgado a Milei por el gobierno de Donald Trump están centradas en la energía, la industria minera, y la alta tecnología, pero no impiden o frenan en modo alguno el vínculo de la Argentina con la demanda de la República Popular.
Esta es una distinción que es imprescindible realizar cuando el respaldo al gobierno de Milei de parte de Donald Trump adquiere características de fenómeno mundial.
“La inteligencia es la capacidad para distinguir”, dice Pascal, y por lo tanto el instrumento fundamental para evitar confundirse.
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