


El equipo de Bariloche2000 consultó a ChatGPT sobre cómo la IA afecta al ambiente, y esto nos respondió.
ChatGPT explicó que tanto los modelos de lenguaje como los de generación de imágenes requieren un enorme consumo de energía. En particular, el entrenamiento de estos sistemas en centros de datos con servidores de alto rendimiento puede generar toneladas de CO₂ debido a la electricidad utilizada, que muchas veces proviene de fuentes no renovables.
Aun después del entrenamiento, cada interacción con estos modelos también consume energía, aunque en menor medida. Sin embargo, los modelos de imágenes tienen un impacto mayor que los de texto, ya que procesar gráficos complejos demanda más potencia de cálculo.
En los últimos días, la función de generación de imágenes en ChatGPT, impulsada por OpenAI, experimentó un aumento sin precedentes, principalmente debido a su capacidad de recrear ilustraciones con la estética del icónico Studio Ghibli.
La viralización de esta función trajo consigo desafíos técnicos significativos para OpenAI, lo que llevó a la compañía a tomar medidas drásticas, como:
- Limitación de acceso a los usuarios gratuitos.
- Demoras en la generación de imágenes.
- Fallas en la compresión de comandos al intentar generar animaciones.
Según comentarios de Sam Altman, CEO de OpenAI, y otros integrantes del equipo, lo que comenzó como una experiencia divertida y accesible para cualquier usuario de ChatGPT se convirtió en una sobrecarga para los recursos tecnológicos de la empresa.
La función se hizo viral tras una demostración pública de Altman, donde mostró cómo una simple indicación podía transformar una imagen común en una obra digna de una película de Miyazaki. En pocas horas, usuarios de todo el mundo comenzaron a experimentar con sus propias imágenes, aplicando el estilo Ghibli a retratos históricos, paisajes y escenas cotidianas.
El fenómeno, impulsado por redes sociales, no solo generó un colapso en los servidores de OpenAI, sino que también elevó el consumo energético de los centros de datos, agravando la huella de carbono del sistema.
Otro dato que nos reveló la IA es que los centros de datos requieren grandes cantidades de agua para enfriar los servidores y evitar su sobrecalentamiento. Esto puede convertirse en un problema en regiones con escasez hídrica.
Además, la fabricación de chips y hardware especializado para IA implica la extracción de materiales raros como litio, cobalto y níquel, cuya producción suele estar asociada a deforestación, contaminación del agua y conflictos socioambientales en zonas mineras.
¿Se puede reducir el impacto ambiental?
Según ChatGPT, algunas iniciativas están en marcha para disminuir la huella ecológica de la IA, como:
- Optimización de modelos, buscando algoritmos más eficientes que necesiten menos recursos computacionales.
- Energía renovable: Algunas empresas están migrando a centros de datos alimentados por fuentes limpias como la solar o eólica.
- Reduciendo el número de consultas innecesarias o elegir resoluciones más bajas en imágenes generadas con IA puede ayudar a minimizar el consumo energético.
A pesar de que el concepto de “nube” sugiere algo inmaterial, en realidad se trata de una red de servidores interconectados que almacenan y gestionan datos en gigantescos centros de datos distribuidos por todo el mundo. Estos centros están conectados a través de cables submarinos y por miles de estructuras terrestres que albergan servidores y sistemas de enfriamiento.
Cada acción que realizamos en internet, desde enviar un correo hasta generar una imagen con IA, implica el uso de esta infraestructura. La expansión de la inteligencia artificial generativa está intensificando la demanda de almacenamiento y procesamiento de datos, lo que aumenta el consumo energético y de recursos naturales.
Las grandes empresas tecnológicas aseguran que buscan reducir su impacto ambiental, pero el consumo de electricidad y agua sigue siendo alarmante. En 2023, los centros de datos de Google consumieron cerca de 20.000 millones de litros de agua. Además, se estima que una conversación con ChatGPT de 20 preguntas y respuestas consume el equivalente a medio litro de agua.
En la columna Futuro Imperfecto de la revista Jotdown, el periodista Martín Sacristán advierte que el uso de internet hoy requiere tanta o más agua que la agricultura de regadío. Según el especialista en gestión de contenidos Gerry McGovern, el 90 % de los datos creados en toda la historia de la humanidad se generaron entre 2017 y 2019, lo que posibilitó el auge de la inteligencia artificial. Como consecuencia, los centros de datos incrementaron exponencialmente su consumo de agua: en 2022, Microsoft utilizó un 34 % más y Google, un 20 % más que en años anteriores.
Por otro lado, la periodista Isabel O’Brien publicó en The Guardian que las emisiones de carbono de los centros de datos podrían ser hasta un 662 % mayores de lo que afirman las grandes tecnológicas. Según sus estimaciones, en 2030 la industria de los centros de datos emitirá 2.500 millones de toneladas de CO₂.
La científica australiana Kate Crawford aborda estos temas en su libro Atlas de la inteligencia artificial, donde analiza los costos materiales y ambientales de la IA. A través de una investigación de 20 años, Crawford revela cómo la IA no es solo una cuestión de software, sino una red de procesos que dependen de la explotación de recursos naturales, la extracción de datos y el uso de energía.
Entre sus principales hallazgos, Crawford destaca:
- El costo planetario de la IA generativa: desde la minería de tierras raras hasta el consumo de agua y electricidad.
- El papel de los grandes modelos de IA en la perpetuación de sesgos sociales y desigualdades.
- La falsa idea de “inteligencia artificial”: la IA no es completamente artificial, ya que está profundamente arraigada en el mundo físico.
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fuente: inteligencia artificial: lo que ChatGPT nos respondió – Bariloche2000″> GOOGLE NEWS