
Desde su estreno, El Eternauta no solo atrapó a los argentinos, sino que conquistó a audiencias globales. Basada en la icónica novela gráfica argentina, la serie explora fenómenos científicos reales, como la radiación cósmica y la magnetosfera terrestre, para crear una historia apocalíptica impactante y creíble. ¿Qué hay de verdad detrás de esa nieve tóxica y la inversión de los polos magnéticos?

La magnetosfera y los cinturones de Van Allen
La Tierra está protegida por un enorme campo magnético llamado magnetosfera, que nos defiende de partículas peligrosas del espacio. Los cinturones de Van Allen son dos anillos de radiación que actúan como un escudo natural. En la serie, una falla en este sistema por la inversión de los polos magnéticos provoca la caída de partículas radiactivas en forma de nieve tóxica, desencadenando el desastre que vive la humanidad.
¿Qué es la inversión de polos magnéticos?
Este fenómeno real ocurre cuando los polos norte y sur de la Tierra intercambian su lugar, algo que sucede cada miles o millones de años. Aunque el campo magnético se debilita durante estas inversiones, no desaparece por completo. La serie dramatiza esta situación para aumentar la tensión, pero los científicos aseguran que la magnetosfera sigue protegiendo la vida en la Tierra, aunque con algunos riesgos menores.
La nieve tóxica y la radiación en la vida real
La nieve radiactiva que vemos en El Eternauta es una versión extrema de la lluvia radiactiva real que puede generarse tras explosiones nucleares. Las partículas radiactivas pueden elevarse a la atmósfera y luego caer, causando daños en el ambiente y la salud. La serie mezcla estos elementos para recordarnos la vulnerabilidad humana ante fuerzas naturales y tecnológicas, y la importancia de entender estos riesgos.