El error evolutivo del pie humano que explica por qué tenemos juanetes

Los juanetes no son una dolencia moderna. Restos arqueológicos muestran su presencia desde tiempos prehistóricos, en huellas fosilizadas y momias del antiguo Egipto. En la Inglaterra medieval, casi un tercio de los esqueletos analizados presentaban signos de esta deformación ósea en el dedo gordo del pie.

A lo largo de los siglos, la humanidad ha intentado explicar por qué el cuerpo desarrolla esta alteración estructural, que provoca dolor, enrojecimiento e inflamación en la articulación.

Pero la respuesta, según coinciden los investigadores, no está solo en el calzado o en la genética, sino en la propia evolución del pie humano.

Un estudio comparativo entre humanos, chimpancés y gorilas reveló que nuestra especie reorganizó por completo el funcionamiento del dedo gordo durante la transición al bipedismo. Mientras los primates lo usan para aferrarse, el ser humano lo adapta al apoyo.

Los juanetes afectan a una gran parte de la población adulta.Los juanetes afectan a una gran parte de la población adulta.

Esa modificación, que nos permitió caminar erguidos, también nos dejó una vulnerabilidad ya que con el tiempo y la presión del peso corporal, el dedo puede desviarse hacia dentro y formar el característico bulto óseo. En términos evolutivos, los juanetes son el precio que pagamos por andar sobre dos pies.

Qué son los juanetes y por qué se forman

Los juanetes son una deformidad en la articulación metatarsofalángica del dedo gordo del pie. Ocurren cuando este dedo se inclina hacia los demás, mientras el hueso de la base sobresale hacia el exterior, generando una protuberancia visible.

Esa desviación altera la alineación del resto de los dedos y provoca una serie de molestias como ser dolor nervioso, inflamación, enrojecimiento, callos y dificultad para caminar.

La mayoría de los especialistas coincide en que los juanetes afectan aproximadamente al 25% de la población adulta, con mayor frecuencia en mujeres y en personas mayores de 60 años. Aunque muchas veces son leves o asintomáticos, pueden reducir la movilidad y afectar de forma significativa la calidad de vida.

Qué son los juanetes y por qué se forman.Qué son los juanetes y por qué se forman.

Los investigadores atribuyen la aparición de juanetes a una combinación de factores: genética, tipo de pie y calzado. Estudios clínicos demuestran que hasta el 90 % de quienes los padecen tienen antecedentes familiares, lo que indica una predisposición hereditaria.

A ello se suma la forma del pie ya que quienes tienen arcos bajos o pies planos presentan más riesgo, ya que la estructura del pie cede con mayor facilidad ante la presión del peso corporal.

El entorno moderno también influye. Caminar sobre superficies duras como cemento o baldosas y usar calzado estrecho o con tacones puede agravar el problema.

El pie humano evolucionó para desplazarse sobre tierra y superficies blandas; forzarlo a hacerlo sobre suelos rígidos y con zapatos inadecuados genera tensiones que terminan deformándolo.

Por qué los juanetes desafían a la evolución y a la medicina

Desde un punto de vista evolutivo, los juanetes no parecen tener sentido. Si la selección natural favorece las estructuras más resistentes, ¿por qué persiste un defecto tan común?

Los especialistas lo explican como una consecuencia inevitable de la anatomía bípeda. El diseño del pie humano priorizó la estabilidad sobre la perfección estructural. Al concentrar tanto peso en un número reducido de huesos y ligamentos, las articulaciones se volvieron vulnerables a la desviación y al desgaste.

La medicina moderna ha intentado corregir el problema de múltiples formas. Se sabe que los ejercicios de estiramiento, el uso de plantillas ortopédicas y los zapatos anchos pueden aliviar el dolor y ralentizar la progresión de los juanetes, pero no eliminarlos.

Por qué los juanetes desafían a la evolución y a la medicina.Por qué los juanetes desafían a la evolución y a la medicina.

La única forma efectiva de corregirlos, según los podólogos, es la cirugía. El procedimiento consiste en realinear el hueso del dedo, ajustar los tendones y fijar la articulación mediante placas o tornillos. Aunque las técnicas actuales son menos invasivas y con tiempos de recuperación más cortos, el postoperatorio puede durar varios meses.

Los especialistas advierten, además, que la cirugía no es estética ya que solo busca restaurar la funcionalidad del pie y prevenir complicaciones futuras.

fuente: CLARIN

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