
“Suena descabellado, imposible y absurdo“, aseguró David Finn, en las últimas horas, cuando le consultaron por las acusaciones del Departamento de Justicia de los Estados Unidos contra su patrocinado, Gavin Weisenburg. Pero los adjetivos que utilizó para expresarse bien podrían aplicarse a su defendido y a otro joven que atraviesa una misma situación: estos dos texanos, de 21 y 20 años, son acusados por la justicia federal estadounidense de planificar durante más de un año un golpe de estado en una isla de Haití a llevar a cabo con indigentes de Washington y, una vez logrado, esclavizar a mujeres y niños. Además, ambos enfrentan otra acusación por pornografía infantil.
Claro que suena descabellado y absurdo, y para que se tornara imposible, a pesar de lo anterior, intervino el Departamento de Justicia estadounidense, es decir, la justicia federal. El jueves Gavin Rivers Weisenburg (21) y Tanner Christopher Thomas (20), ambos residentes del norte del estado de Texas, fueron acusados formalmente de conspiración para asesinar, mutilar o secuestrar en un país extranjero (a saber, Haití) y de producción de pornografía infantil. En palabras de los documentos legales, los hombres planearon y entrenaron durante casi un año en un elaborado intento de cumplir sus “fantasías de violación”.
Pero todo se remonta más de un año atrás, cuando ambos dieron forma a la conjura que a fines de la última semana terminó por deschavarse. No trascendió de forma pública cómo los extensos documentos oficiales del Departamento de Justicia consignan que Weisenburg y Thomas se conocieron pero sí trascendieron otros detalles del derrotero de ambos. Weisenburg es residente de Allen, una ciudad 40 kilómetros al norte de Dallas, Texas. Thomas, por su parte, es oriundo de Argyle, otra ciudad cercana a Dallas, aunque hacia el noroeste. Desde el conglomerado urbano Dallas-Forth Worth planeaban su hazaña mundial.
El plan era conquistar la isla de Gonâve, que queda a 50 kilómetros al oeste de Puerto Príncipe, la capital de Haití, en el marco del golfo de La Guanaba (que es, a su vez, el nombre histórico de la isla en español). Actualmente tiene alrededor de 87 mil habitantes y desde casi siempre tuvo un terreno yermo, seco y casi estéril, infértil, que impide la agricultura. En 2020, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas explicaba sobre la isla: “Es de difícil acceso y eso la aísla en términos de comunicaciones y servicios. La Oficina ayudó a traer al Defensor del Pueblo Nacional de Derechos Humanos de Haití para traer soluciones”.
Sobre el paño de condiciones deplorables en términos ambientales, en la Gonâve arrasa además la delincuencia, mientras además adolecen el marco jurídico y de infraestructura para la población. ¿Qué les habrá llamado la atención de esa isla a Weisenburg y a Thomas? Es todavía materia de investigación; pero lo que sí se sabe son los pasos que llevaron adelante para ir planificando el operativo. Tenían la intención de comprar un barco, armas y municiones para su planeada invasión, y se inscribieron en escuelas de entrenamiento específicas.
Entrenamientos fallidos, viajes y reclutamiento: el derrotero de la conspiración
Desde julio de 2024 hasta mayo de este año, ambos tomaron clase de criollo haitiano, la lengua franca de Haití, un pastiche entre dialectos africanos y el francés, el idioma oficial de ese país, heredado de Francia, antigua colonia. El 5 de agosto de 2024, Weisenburg se matriculó en la Academia de Bomberos del Norte de Texas en Rockwall, al oeste de Dallas. Ya este año, el 7 de enero, Thomas se alistó en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos: un entrenamiento militar sería más que de utilidad para sus planes de invasión y golpe de estado.
El 8 de febrero, Weisenburg fue notificado de que no superó el entrenamiento de bomberos, en Rockwall. Doce días más tarde, el 20 de ese mes, compró pasajes hacia Tailandia, país en el que se inscribiría en un curso de navegación en vela, un conocimiento más que valioso si se tiene en cuenta que el lugar que quería conquistar junto con Thomas se trata de una isla. Pero según determinaron los investigadores, y señalaron en la acusación de esta última semana, Weisenburg no logró inscribirse en el curso en Tailandia, debido al costo elevado de éste.
El 14 de marzo, Thomas logró cambiar su destino como aspirante de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, dado que en un inicio sería enviado a un centro de entrenamiento en Alemania, pero luego sería enrolado en un centro del estado de Maryland; según los investigadores, Thomas deseaba continuar en su país no sólo para continuar craneando su plan secreto con Weisenburg, sino también para preparar otro punto de tal plan. Resulta que ambos deseaban llevar a cabo la invasión de la isla de Gonâve junto con una prole de homeless del Washington D. C., la capital estadounidense, distrito que queda cerca y parcialmente rodeado por el estado de Maryland.
Gavin Rivers Weisenburg (21), acusado por la justicia estadounidense por sus planes de invadir una isla haitiana y por pornografía infantil. Foto Collin County Sheriff’s Office via APEntre agosto de 2024 y mayo del corriente año, ambos habrían llevado adelante otras tareas de reclutamiento, tanto mediante plataformas online como personalmente, para fornecer su plan. Y en agosto de 2024 hay otro episodio, aunque de otra índole, del que se los acusa: coaccionar a un menor para que participara en actos sexuales frente a una cámara el 31 de agosto de 2024.
Weisenburg fue arrestado el 3 de julio de este año. Thomas también fue arrestado, pero no trascendió en qué fecha. La acusación del Departamento de Justicia estadounidense comenzó a estrechar el marco de una investigación que manejaron conjuntamente el FBI, la Oficina de Investigaciones Especiales de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (OSI, por sus siglas en inglés) y un departamento de policía local.
¿Cuál se presume que sería el objetivo de la invasión, además del carácter utópico? Según el fiscal federal del Distrito Este de Texas, Ryan Locker, tomar la isla por la fuerza, utilizando a la población sin hogar de Washington D.C. , para luego matar a todos los hombres de la isla y “utilizar a las mujeres y los niños como esclavos sexuales”.
Tanner Thomas (20), el otro de los detenidos por la insólita conjura para invadir una isla de Haití y esclavizar a su población. Foto Collin County Sheriff’s Office via APEl cargo más grave que ambos enfrentan, conspiración federal para asesinar, mutilar o secuestrar en un país extranjero, significaría prisión perpetua si es que fueran declarados culpables. Si fueran declarados culpables del otro delito, producción de pornografía infantil, podrían recibir penas de entre 15 y 30 años de prisión, según la legislación local.
Los medios locales repiten una pregunta que corre entre los investigadores y los funcionarios judiciales: ¿por qué la isla de Gonâve? Es que resulta raro incluso para los abogados defensores de ambos acusados. “Aunque hay algo de cierto en las acusaciones, creo que se aclarará qué sucedió, qué no sucedió y qué no pudo haber sucedido. Lo que consignó el comunicado de la Justicia suena descabellado, imposible y absurdo”, aseguró David Finn, defensor de Weisenburg. El abogado de Thomas aseguró, vigoroso, que todo se aclarará y arriesgó que su patrocinado podría ser declarado no culpable este lunes.
Cuando un estadounidense fue coronado en Gonâve: la historia exótica que antecede al caso
Como se mencionó, no se precisó con exactitud, de momento y mientras la investigación continúa, el porqué de la atención de Weisenburg y Thomas sobre la isla de Gonâve: una isla con problemas estructurales, advertidos incluso por las Naciones Unidas e ignorados –como todo indicaría– por el gobierno central de Haití, que está a pocos kilómetros, al otro lado de un pequeño golfo, en Puerto Príncipe. Sin embargo, no se trata de la primera vez que los destinos de esa isla podrían haber pasado por las manos de un norteamericano.
En el presente, la Gonâve tiene –según el último censo haitiano de 2015– 87.077 habitantes, e integra el departamento Oeste, de acuerdo a la organización territorial de Haití; el mismo que también integra Puerto Príncipe. El asentamiento más grande y poblado de la isla es Anse-à-Galets, con alrededor de 62.500 habitantes. Lo que señaló la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas en 2020 sobre la falta de infraestructura y marco jurídico para la población de la isla es una verdad, aunque no total: los gonavianos tuvieron casi siempre una vida relacionada pero no dependiente de lo que sucede en el resto de Haití.
Cuando los europeos llegaron a la isla de La Española, que está repartida hoy en día por Haití y República Dominicana, que es a su vez herencia de la repartija entre Francia y España, respectivamente, la Gonâve fue el último refugio de los nativos que buscaban escapar de los colonizadores. Ni franceses ni españoles construyeron ni asentamientos ni fuertes ni administraciones en la isla, que luego fue más profusamente poblada por esclavos africanos que escapaban del territorio haitiano, bajo dominio francés. En 1801, cuando Haití fue el primer país de Latinoamérica en independizarse, incluyó bajo su dominio constitucional a la Gonâve.
Pero en la práctica no sucedió así. Los pobladores de la isla llevaron a cabo un sistema de liderazgo matriarcal por sociedades, regidas por reinas. Eran sociedades dispersas, pero cohesionadas. En 1926, quien era considerada reina de la isla (en la que vivían, en ese entonces, casi 12 mil personas), Ti Memenne, se encontraba en Puerto Príncipe y un día de ese año fue arrestada por un cobrador de impuestos con cierta jurisdicción para detener personas, que en el caso de Ti Memenne fue por practicar vudú. Eran años de inestabilidad política en Haití, que pidió ayuda e intervención de las fuerzas armadas estadounidenses.
Faustin Wirkin, marino estadounidense, con sus ofrendas y atuendos recibidos cuando fue condecorado rey de la isla de Gonâve, en Haití. Foto Archivo de Lackawanna Historical SocietyFaustin Wirkin, que en 1926 tenía 30 años, era un militar de la Marina estadounidense, que aunque había nacido en Polonia vivía en Pensilvania, con diez años ya de trayectoria. Una de sus misiones fue ejercer como teniente de la Guardia de Haití, en el marco de la intervención estadounidense (1915-1934). Determinado día de ese año cumplía funciones en Puerto Príncipe, donde y cuando vio como ese recaudador de impuestos arrestaba a Ti Memenne, a quien finalmente salvaría el pellejo.
Luego descubriría que esa mujer, acusada de practicar vudú, era Ti Memenne de La Gonâve, reina de la isla desde hacía 30 años. Ella vivía en lo alto de una colina de la isla, donde contbaa con un consejo de gobierno, una suerte de ministros; pero era ella quien dictaminaba sobre asuntos familiares y de materia de orden y justicia.
Una vez de regreso en la isla, ella contó a su población lo amable del gesto de Wirkin. Las crónicas de la época consignan que una semana después de su gesto con Ti Memenne, Wirkin cruzó las tres horas y media de lancha que separan Puerto Príncipe de la Gonâve, isla que ya conocía desde 1917 aunque sucintamente, y acudió al encuentro con la reina. Los isleños acudieron en masa a saludar al teniente Faustin Wirkin, con tambores, danzas y una corona de seda, fragmentos de vidrio y conchas marinas que emplazaron en la cabeza del estadounidense.
Por ese entonces, los gonavianos no sólo dieron cuenta del gesto de Wirkin para con su reina en la capital, sino que también asociaron su nombre, Faustin, al de un antiguo rey haitiano, Faustino, que gobernó a mediados del siglo XIX. Wirkin pasó, entonces, de teniente estadounidense a rey de la Isla de Gonâve, ungido como Faustino II.
La revista Time escribió, años más tarde (en enero de 1931), que “los nativos le construyeron una casa de hormigón en la costa noreste de la isla; (que el nuevo rey) recorrió sus dominios en una lancha motora y los recorrió a caballo; curó a adultos con aceite de ricino y quinina; que trató a bebés y fue partero; que enseñó a los pescadores nativos a arreglar sus redes y a los agricultores a regar sus huertos; y que impartió justicia con prontitud, pero con dulzura”.
Pero el deber llamó, y la Marina estadounidense lo reclutó nuevamente. En total “gobernó” la Gonâve por un plazo algo mayor a los tres años, pero luego fue convocado nuevamente por las autoridades de la Marina, ya como sargento de artillería, un rango menor, en 1931. Ese año, en Nueva York, se editó una autobiografía suya, “El rey blanco de Gonâve“, en la que contó sus días como regente de esa isla que ahora, casi cien años más tarde, dos jóvenes texanos buscaban conquistar por la fuerza y no por la amabilidad.
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