El chiste – Perfil

Ser elegante en la derrota es un don no tan extendido. Distinguimos como excepcionales las manos que se estrechan o las reflexiones interesantes después de perder. Las nuestras y las ajenas. A todos nos pasa o pasó. Sin embargo, sabemos que sin esa instancia lo más probable es que no aprendamos del error y que repitamos resultados. Una buena manera de llegar al éxito es saber qué hacer en el fracaso. Esta frase de sobrecito de azúcar le vendría de maravillas a un presidente que después de que el Congreso rechazara sus poco republicanos decretos reaccionó por cadena nacional anunciando “un proyecto de ley para penalizar la aprobación de presupuestos nacionales que incurran en déficit fiscal”.

O sea, Milei pretende sancionar a quienes por poder constitucional hicieran algo con lo que él no esté de acuerdo. Una de las cosas que Diputados rechazó el pasado 6 de agosto (y que ahora deberá confirmar el Senado) fue el Decreto 345/25 que proponía la disolución del Instituto Nacional del Teatro (INT), y que, por ejemplo, provoca que al día de hoy estén frenados pagos ya aprobados, siendo la Secretaría de Cultura quien decide cada gasto de manera discrecional. Además de estar paralizados los concursos y con la enorme mayoría de los territorios sin funcionamiento, mientras no sabemos a dónde fueron a parar los fondos del INT.

Todo esto sucede mientras AADET (Asociación Argentina de Empresarios/as Teatrales) informa que entre enero y julio se registró una caída en público del 4% y 18% respectivamente con 2024 y 2023 y que, además, cayó un 10% el volumen de funciones, en comparación con el mismo período de 2024. La cultura es uno de los sectores sensibles sobre el que se está golpeando cotidianamente y el Presidente no tolera que la política busque recomponer algo de lo que él destruye.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Los berrinches institucionales del primer mandatario tienen un correlato en redes donde hace un mes la patrulla paraoficial se entretuvo publicando frases del tipo: “Los tanques a la calle, ya” o “Hay que dinamitar todo el Congreso con diputados y senadores adentro”. Estas expresiones fueron justificadas como humoradas, que a esta altura sabemos dónde comienzan, pero no dónde terminan.

La broma infinita es una compleja novela de David Foster Wallace lo suficientemente conocida y debatida como para hablar de ella de manera novedosa, pero para hacer una breve reseña que funcione como contexto voy citar al autor: “Todo el mundo insistía en que era un libro muy divertido, cosa que no entendía y me intrigaba, pero honestamente también me decepcionaba, porque para mí el sentimiento dominante es el de una inmensa tristeza”.

Wallace advertía, en más de mil páginas, un futuro fatal dentro de una economía potente, siempre utilizando una sombría ironía. Acá no tenemos números para trazar un paralelismo patrimonial, pero nos queda el dolor por un presente en el que los débiles son los que más sufren mientras hay gritos, insultos y elusiones a la democracia matizadas con algo a lo que le llaman humor. El chiste se cuenta solo, pero no se entiende. Sin arte, sin educación, sin salud, sin cuidar a quienes más lo necesitan tendremos una sociedad peor, con un único superávit: la angustia.

*Gestor cultural.

fuente: GOOGLE NEWS

Artículos Relacionados

Volver al botón superior

Adblock Detectado

Considere apoyarnos deshabilitando su bloqueador de anuncios