
Marcelo Scelso es Ingeniero mecánico y hoy combina los fierros y el campo. Administra dos establecimientos familiares en la zona de Pilar–Río Segundo y presta servicios de cosecha, siembra y fertilización. Su fuerte es la maquinaria, pero la Agronomía tiene un rol central en su día a día.
En una zona donde la limitante hídrica marca el pulso productivo, Scelso adopta cultivos de servicios hace más de una década. Centeno y vicia cumplen funciones clave: sostener rastrojo frente a los vientos, mejorar la infiltración en suelos castigados por la sequía y contribuir al control de malezas en sistemas donde el trigo no es rentable.
Marcelo Scelso es Ingeniero mecánico y hoy combina los fierros y el campo.“La clave son las fechas: sembrar temprano, en abril, para llegar con raíces antes de la sequía fuerte y secar antes de que termine agosto, para evitar un costo hídrico que comprometa el maíz o la soja siguiente”.
De la Ingeniería rescata el método: ingeniería de procesos, mantenimiento preventivo, organización y capacidad de planificación. “Desde mi carrera aplico la reingeniería: agarrar algo que ya existe y repensarlo para que funcione mejor”. En este sentido, la participación en la Regional Aapresid Rio II, de fuerte perfil técnico, es clave para la capacitación y el intercambio que aceleren la curva de aprendizaje.
Derecho a las vacas
En Bahía Blanca, Guillermo Fortunato decidió dejar el Derecho para dedicarse al campo. Maneja unas 1300 hectáreas en Coronel Dorrego, en sistemas mixtos que integran cebada, trigo pan y candeal, maíz, girasol, vicia y ganadería sobre verdeos y rastrojos.
Guillermo Fortunato decidió dejar el Derecho para dedicarse al campo.El proceso de integración fue a prueba y error: intensificar secuencias con cultivos de servicios de vicia, sola o combinada con alguna gramíneas, que aprovecha como forraje, para luego secar y dar paso a la gruesa. Aunque la estrategia funciona, admite que quedan ajustes por hacer: “explorar otros cultivos o momentos de implantación, e incluso evaluar alternativas estivales, algo desafiante en una zona donde el verano concentra el mayor déficit hídrico”, explica.
Intercambiar con otros productores de su Regional – Bahía Blanca “Ricardo Ochoa”- juega su rol en ese camino: “en esta zona que históricamente se enfoca en cultivos de fina, algunos ya están trabajando en cultivos de servicio de verano. También tomó impulso el maíz en baja densidad, donde los cultivos de servicios invernales pueden jugar un papel estratégico pero siempre atendiendo al momento de secado para no resignar agua. Por eso es clave participar de estos espacios donde se toma contacto con estrategias disruptivas e innovadoras”.
¿Qué toma de su formación jurídica? La respuesta es sencilla: la capacidad de analizar múltiples escenarios antes de decidir. “En el Derecho, como en el campo, no todo es lineal. El ‘depende’ te obliga a mirar todas las variables”, explica.
Del hangar al campo
Valentino Bossio es Ingeniero Aeronáutico y trabajó más de una década en fábricas de aviones antes de volver a su pueblo en Córdoba, Adelia María, para incorporarse a la empresa familiar y sumarse a la Regional Aapresid Adelia María en busca de soporte técnico, y emocional. “La Regional es un espacio donde compartir errores y aprendizajes, donde entender que uno no está solo sino que hay otros que transitan el mismo camino”, explica.
Valentino Bossio es Ingeniero Aeronáutico y trabajó más de una década en fábricas de aviones antes de volver a su pueblo en CórdobaEl paso por la industria le dejó una huella: orden, procesos y control de calidad. “La aviación funciona sin margen de error. Ese método lo traje al Agro”, asegura. Acostumbrado a entornos meticulosos y organizados, trasladó esa lógica a la producción agrícola, reordenando la gestión cotidiana y sentando las bases para nuevos desarrollos.
Ese enfoque impulsó la creación de una planta de alimentos balanceados diseñada bajo criterios industriales, lo que permitió a la empresa integrar la agricultura, la comercialización de granos, el transporte y la alimentación bovina, agregando valor sobre su propia materia prima. El regreso que en su momento vivió con incertidumbre terminó convirtiéndose en un puente natural entre dos mundos que, lejos de oponerse, se potencian.
En agricultura, hace años optimizaron sus rotaciones con cultivos de servicio en campos propios, donde vienen obteniendo resultados contundentes: mejor infiltración, menor presión de malezas, menos aplicaciones y diferencias de hasta 2000 kg/ha en maíz respecto de lotes sin cobertura.
“El desafío está en incorporar estos cultivos en la superficie arrendada, que representa el 80% del total. Pero se complica por el costo y por la inflexibilidad de muchos dueños de campo”, reconoce. En esa línea, evalúa asumir por completo los costos de los cultivos de servicios, convencida del impacto positivo que generan tanto en el rendimiento como en la salud del suelo.
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