El boom de las usinas culturales con libros, café y talleres

A comienzos del siglo XXI comenzaron a emerger una nueva manera de compra libros, leer y disfrutarlos mediante un café, un sándwich, una gaseosa o lo que sea. En paralelo, también se pueden deleitar de alguna charla, presentaciones de libros o talleres literarios de todo tipo.

En la terraza de Eterna Cadencia se suceden lecturas, clases, charlas y recitales. Foto: gentileza Festival Eterno.En la terraza de Eterna Cadencia se suceden lecturas, clases, charlas y recitales. Foto: gentileza Festival Eterno.

Así nacieron los multiespacios o usinas culturales, un nuevo concepto en referencia a las librerías o cafés temáticos que reúnen múltiples actividades: la compra de libros, charlas, conferencias, debates, presentaciones y firma de ejemplares, lectura de cuentos o poesías y espacios para la música para exhibición de obras de arte. Pueden ser en formato presencial o híbrido, ya que muchas actividades se transmiten e vivo en las redes o por streaming en simultáneo. Incluso, para festejar cumpleaños, formar pareja, celebrar divorcios o casamientos.

Hay muchas usinas culturales en la Ciudad, pero Clarín decidió trazar un recorrido y detenerse a las más emblemáticas, las que marcaron tendencia en un lugar y siguen siendo un faro literario tanto para el público en general como para los asistentes, habitués y también para las editoriales que suelen presentar sus libros en estos lugares.

Charlas, café y libros

El multiespacio cultural por excelencia de la Ciudad es, sin dudas, Eterna Cadencia. La “librería, editorial, blog, bar y mucho más”, como indica su Instagram @eternacadencia (con más de 100.000 seguidores) nació el 20 de diciembre de 2005 en Honduras 5582, en Palermo Hollywood. Este año se prepara para cumplir su 20° aniversario.

En la terraza de Eterna Cadencia se suceden lecturas, clases, charlas y recitales. Foto: gentileza Festival Eterno.En la terraza de Eterna Cadencia se suceden lecturas, clases, charlas y recitales. Foto: gentileza Festival Eterno.

En ese entonces, la zona fue creciendo, convirtiéndose en un polo gastronómico, también rodeado canales de TV y productoras pero Eterna Cadencia resistió con el paso del tiempo como uno de los lugares de preferencias para comprar y leer libros –café, vino o cerveza de por medio–, disfrutar de las charlas gratuitas y conferencias frente al poder tecnológico de Netflix, los celulares, las apps y las redes sociales.

La idea es de Pablo Braun, librero y editor, también creador de los festivales FILBA y FILBITA, quien el año pasado lanzó el Festival Eterno en la terraza de Eterna Cadencia y fue un gran éxito. Todo un visionario.

“Eterna Cadencia nació con una idea de que no sea solo una librería y nada más sino que sea ‘un pequeño centro cultural literario’ en donde además de la venta de libros, nuestra principal ancla, haya un espacio. Nació con este espacio más allá de alguna diferencia estética, con la idea de tener un bar, un restaurant donde no solo se pueda comer y hablar de libros sino también transformarlo y hacer lugar de presentaciones, encuentros, etc”, contó su creador.

Eterna Cadencia tiene más de 200 metros cuadrados, entre la librería (120m2) y el bar (100m2). En el primer piso están las oficinas y más arriba, la terraza, habilitada para 80–100 personas para hacer festivales en el verano. Abajo está el salón con capacidad para unas 30 personas cómodamente paradas para leer y buscar libros de todo tipo, ente nacionales e importados. Por lejos, los más solicitados son los de literatura argentina.

Además, Eterna Cadencia posee su propio sello editorial con más de 250 títulos publicados que se pueden comprar en el mismo lugar.

Gabriel Boric en Eterna CadenciaGabriel Boric en Eterna Cadencia

Pegado el salón está el patio donde esta el famoso bar. Allí se hacen charlas, conferencias, seminarios y las presentaciones de libros privadas o de la propia librería–editorial, con capacidad para unas 25–30 personas sentadas y otras 20 personas paradas.

Eterna Cadencia es un sitio de referencia de la literatura en el siglo XXI. Por allí estuvieron nada menos que el escritor sudafricano nacionalizado australiano John Coetzee, Premio Nobel de Literatura 2003 leyendo con Paul Auster en primera fila. “Fue una lectura intima: había venido al FILBA y acá hicimos una lectura privada. Éramos como 50 acá”, recordó Braun.

También pasaron Richard Ford luego de haber sido invitado a FILBA y el presidente chileno Gabriel Boric, quien se llevó una pila de libros tras su primera visita presidencial en Argentina.

“Boric es un enfermo de los libros. Sabe mucho, es un loquito de los libros. Le hablabas y el tipo estaba temblando buscando libros. Se llevó un montón. Es más: pidió que no le hiciéramos descuentos. Un tipo rebien y muy cercano. Hasta se momento no lo conocía. Había asumido hace muy poco”, recordó Pablo Braun.

El lugar ofrece hay actividades literarias dos o tes veces por semana, principalmente los lunes y miércoles: algunas son gratuitas y otras, aranceladas. Los informes y suscripciones se pueden hacer ingresando al Instagram de Eterna Cadencia o bien en “X”, con 80.000 seguidores. También tienen página web, blog y newsletter.

¿Qué diferencia a Eterna Cadencia del resto? “Todo pasa por la curaduría. Nosotros le damos más bola a las charlas que a las presentaciones de libros. Por eso, intento generar una agenda nuestra con charlas y actividades y que todo el tiempo haya algo de que digas: “che, estoy medio aburrido. ¿Y si vamos a Eterna?”. Está todo en la web y en el blog”, resumió Braun.

Usina Cultural

Un hombre abre amablemente la gigantesca puerta de Nicaragua 4899, esquina Thames, en Palermo Soho, y dice, “bienvenidos Dain”.

Inmanencia vital: Obras de Olga Autunno, en Dain Usina Cultural. Foto: Gentileza.Inmanencia vital: Obras de Olga Autunno, en Dain Usina Cultural. Foto: Gentileza.

El lugar enamora por dentro: son más de 200 metros cuadrados repartidos en dos plantas y media. Abajo –y también en el entrepiso– hay alrededor de 20.000 libros para descubrir, leer y comprar (los de poesía son los más vendidos). Muchos ejemplares pertenecen a pequeñas editoriales o de las que no tengan una difusión masiva.

A un costado, hay otro coqueto salón donde se dictan cursos, talleres, conferencias de todo tipo, y por supuesto, las presentaciones de libros con un mini escenario de fondo, apto para 70 personas cómodamente sentadas.

Arriba está la terraza, habilitada para tomar un café o comer al aire libre rodeado de árboles o para hacer eventos durante la primavera o el verano. Más abajo, hay baños para hombres y mujeres y otro espacial para discapacitados, ascensor incluido. También hay exposiciones de arte que se renuevan mensualmente.

Así es “Dain, usina cultural”, según la definición de Endy Dain, propietaria de este elegante lugar. El nombre de este multiespacio cultural es su apellido de origen alemán, para homenajear a sus padres que le inculcaron la lectura “sin TV” en su hogar.

“Le puse ese nombre en honor a mis padres que eran grandes lectores, sobre todo mi madre, una gran lectora: leía cinco idiomas en simultáneo”, reveló Endy a Clarín.

Endy en realidad se llama Andrea, pero su madre de origen vienés solía pronunciar mal la letra “A” de su inicial por la “E”. “Soy graduada en Filosofía y Letras en la carrera de Historia y también traductora de inglés. Siempre estuve entre libros. Toda mi vida dije: algún día voy a tener una librería muy especial”.

Su sueño se hizo en realidad cuando en 2009 compró esta hermosa casona ubicada en Nicaragua esquina Thames. Luego 18 meses de reformas, finalmente Dain se inauguró en abril de 2011, hace 14 años. “Siempre o quise tener algo muy diferente de lo que normalmente es el concepto de una librería, por eso transformamos esta casa que es de 1938 en lo que es actualmente”.

Endy define a Dain como “una librería con mucho arte, café, algo dulce, un sándwich y, sobre todo, mucho buen trato. Todo lo que pensé está acá desde el día uno”, aseguró.

En estos 14 años, Dain se ha convertido en un lugar de referencia para un público habitué del buen gusto por la lectura y también en el ámbito cultural–literario, ya que muchas editoriales suelen alquilar el espacio para hacer lanzamientos y presentaciones. Se puede participar en forma presencial o bien en vivo desde @dainusinacultural, en Instagram, que cuenta con 20.000 seguidores. También tiene Facebook, “X” y LinkedIn como canales de comunicación en las redes.

Dain ofrece cursos de filosofía, literatura, escritura creativa, conferencias que en su mayoría son aranceladas con inscripciones en forma presencial o a través de las redes. También, ha ofrecido el lugar para casamientos y cumpleaños y desde hace tres años posee su propio sello editorial que lleva el mismo nombre, con 17 títulos publicados.

Por aquí pasaron Liliana Heker, la nicaragüense Gioconda Belli y Guillermo Martínez, quien inauguró el ciclo de presentaciones de libros, por nombrar algunos escritores.

Según Endy, Dain tiene cuatro cosas que la diferencian de las demás librerías o usinas culturales: “la eficiencia, la amabilidad, el cuidado hacia la gente que entra acá y el buen ambiente que se genera. Es un gran mérito de Marisa Barrosi, nuestra Gerente General”.

“La librería que nunca duerme”

En Costa Rica 4568, justo en frente a la Plaza Armenia, está la Librería del Fondo y Centro Cultural, también en Palermo Soho.

Inaugurada en 2016, “La librería que nunca duerme” funciona durante 362 días del año. Cuenta un espacio con más de 70.000 títulos, dos cafeterías (una adelante y la otra, “en el fondo”), tiene un jardín y cuenta con más de 300 actividades por temporada, entre talleres, presentaciones de libros y conferencias.

La mayoría de los cursos y talleres se dictan en el segundo piso ya que posee dos auditorios con capacidad para unas 80 personas (50 de ellas, sentadas) para hacer actividades en simultáneo. Allí también hay otra sala para los talleres. Mientras, en el tercer y cuarto piso funcionan las oficinas de la editorial. Un All inclusive en un mismo lugar.

Solamente, este lugar está cerrado tres días al año: el 1 de mayo, el 25 de diciembre y el 1 de enero.

Intercambio suizo-argentino de traducción editorial organizado por Looren América Latina y Pro Helvetia en la Librería del Fondo.Intercambio suizo-argentino de traducción editorial organizado por Looren América Latina y Pro Helvetia en la Librería del Fondo.

¿Qué las diferencia de las demás librerías temáticas? “No conozco otra librería que todos los días tengas una actividad. Por lo general, las nuestras van de lunes a viernes. Los sábados y domingos no hay demasiado porque mucha gente viene a la librería. Si hacemos más actividades esto queda bastante descontrolado”, comentó Cecilia Di Genaro, a cargo de la Gestión Cultural de la Librería del Fondo y Centro Cultural.

En cuanto a talleres, el público asistente es muy variado: comprende el rango entre los 20 y 80 en el caso del taller anual que dicta Fabián Casas, los lunes y miércoles de cada semana. También hay otro taller anual a cargo de Fernanda Nicolini (autora de la biografía de Héctor Oesterheld), ya que los lunes dicta un taller de auto–ficción.

Algunos “ilustres” talleristas fueron: Gabriela Cabezón Cámara y Alicia Genovese con su taller de poesía, además de un ciclo espacial sobre Foucault y otro taller sobre los 40 años de la democracia, por nombrar algunos.

La poesía es un género muy solicitado por los jóvenes lectores, tanto para comprar libros como para participar de cursos, talleres y otros eventos. Recientemente, el lugar “explotó” con la presentación del último libro de poesías de Diana Bellessi, publicado por el Fondo de Cultura Económica. “Parecía Mick Jagger”, dijo Di Genaro.

Por lo general, las charlas, talleres y presentaciones de libros se dictan desde las 18:00 en adelante, por espacio de entre una hora y una hora y media. “La idea es quedarse un poco más, que la gente compre libros, de continuar la charla y que el autor firme los suyos”, explicaron desde el multiespacio cultural.

También hay talleres sobre cuentos, historietas y para los más chicos; este último se da en la planta baja en la sección de libros infantiles, para que los padres puedan seguir viendo y comprar libros solos o junto a sus hijos. En vacaciones de invierno habrá una programación especialmente preparada a los más pequeños, anuncian en la librería.

Todos los días hay eventos en la “Librería del Fondo”. “Esto no es habitual en otras librerías de este estilo. A veces hay tres actividades: un taller, una presentación o un recital de música mexicana acá abajo”, deslizó Di Genaro.

El lugar también es un “imán” para los estudiantes de arquitectura ya que este edificio con fondo “tipo chorizo” fue la última obra proyectada por Clorindo Testa (1923–2013).

“Eso también tiene de atractivo porque es la última obra que proyectó el arquitecto en vida. De hecho, suelen venir muchos estudiantes de arquitectura con sus profesores, se sientan en las mesas, utilizan la computadora para hacer planos, dibujan la fachada o lo que sea”, explicó Di Genero.

Oscuro Total, en la Librería del Fondo de Cultura Económica de Palermo.Oscuro Total, en la Librería del Fondo de Cultura Económica de Palermo.

El Fondo de Cultura Económica es una institución del estado mexicano. “Nosotros somos una subsidiaria, trabajamos estrechamente con México, como cualquier subsidiaria. Tenemos relación con el estado mexicano, por eso hacemos actividades con la embajada”.

Por ejemplo, todos los años se celebra el Día de los Muertos y es parte de la cultura mexicana, y no cabe un alfiler en este espacio. “Hay un altar, la gente viene y se saca fotos. También viene la embajadora Lilia Eugenia Rossbach Suárez. Además, tenemos concursos literarios del Fondo de Cultura Económica”, completó la gestora cultual del lugar.

“La idea es que le guste al que no lo conoce, que se quede y que después vuelvan. Hay gente que es habitué del lugar y viene a la presentación de cualquier libro o charla. Eso nos gusta: hay gente que por ahí tiene este lugar que le gusta venir”, cerró Di Genaro.

Naesqui: “La juguetería del editor”

Desde hace un año, Villa Ortúzar ofrece un nuevo polo cultural, gastronómico y literario en la ciudad: Naesqui, la “juguetería del editor”. Así la definió Nacho Iraola, uno de los propietarios de esta hermosa casona de color blanco ubicada en la esquina de Charlone 1400, esquina 14 de Julio. Desde sus grandes ventanales, ofrece una mirada intimista que arroja paz, futuro y también cierta nostalgia, en diagonal a la plaza 25 de agosto.

Después de 16 años, Iraola dejó la dirección de Editorial Planeta para volcarse a este ambicioso emprendimiento. Con su amigo y abogado Pablo Slonimsqui compraron este inmueble que estaba abandonado, destrabaron una situación judicial compleja y después lo remodelaron. Luego, se sumaron Paula Salischiker, Alan Kritzer como socios.

Siempre que volvía para mi casa veía esta casa. Es una casa emblemática frente a un parque. Siempre envidié esa situación más madrileña que beben en los parques, que el retiro tiene bares y que acá no se puede hacer”, dijo Iraola, también vecino del barrio, ya que vive a solo seis cuadras de su “juguetería editorial”.

Naesqui nació el 11 de junio de 2024. El lugar surgió de la influencia de Fernando Pérez Morales (dueño Notanpuan, ex Boutique del Libro de San Isidro) cuando, en los 90, todos los jueves invitaba a un escritor al lugar; y también de la admiración que Iraola tiene por el gran trabajo que ha hecho su amigo Pablo Braun, dueño de Eterna Cadencia.

Es nuestro espacio cultural. Contiene un café, una librería y un espacio para talleres, charlas y seminarios”, señaló Iraloa. Desde entonces, no paró de crecer.

Su nombre parece caerse de maduro: suena a rioba, al lunfardo. Es la “esquina” al vesre, pero de alguna manera es la conjunción de “Nacho y Slonimsqui”. “Nos cerró por todos lados el nombre Naesqui”, contó uno de sus dueños.

A Iraola se le iluminan los ojos cuando habla de Naesqui. “Siempre imaginaba la salida de Planeta con un trabajo con libros, pero no pura y exclusivamente con una librería. Imaginaba con un espacio que tenga libros, para hacer actos y presentaciones. Hablaba de poner un plato volador en este barrio. Ahí fue cuando surgió el lugar de arriba como un lugar para seminarios, talleres, presentaciones de libros”, reveló.

Este espacio de Villa Ortúzar tiene cerca de 200 metros cuadrados sumando la planta baja y el primer piso, donde se hacen los talleres, charlas y seminarios, sin contar la terraza, aún no disponible. Abajo está la librería (también en el entrepiso) junto a la cafería, con almuerzos, picadas, y take away para degustar.

Nacho Iraola en Naesqui. Foto: Emmanuel Fernández.Nacho Iraola en Naesqui. Foto: Emmanuel Fernández.

Allí dieron charlas, talleres y seminarios periodistas y escritores contemporáneos de renombre. Pedro Saborido y Miguel Rep inauguraron el lugar, este último pintó la fachada con ángeles. Además, estuvieron Tamara Tenenbaum, Jorge Consiglio, María O’Donnell, Julieta Escardó (fotografía) y Camila Fabbri, por citar algunos. En tanto, Felipe Pigna, también vecino de Ortúzar, está dando un taller sobre historia argentina con foco en los 60.

En Naesqui hay talleres de todo tipo y son arancelados. Iraola y Salischiker se encargan de la curaduría de las propuestas. Además, están preparando talleres para chicos en vacaciones de invierno. Se pueden ver y registrarse en el link que aparece en el Instagram @naesqui.librosycafe, que cuenta con casi 30.000 seguidores. También hay membresías, descuentos y un newsletter con 7.000 suscriptores.

¿Qué tiene Naesqui de diferente? La gestión cultural, el profesionalismo de sus socios y la calidad de los talleristas. “No es una hippeada”, destaca Nacho Iraola.

Según cuentan sus dueños, por Naesqui pasaron más de 15.000 personas y se ha convertido en un nuevo polo literario cultural de referencia que trasciende el barrio. También hay muestras gratis, conciertos en la puerta (tocó Richard Coleman) y los “charlones en Naesqui”, con más de 150 personas. Todo en apenas un año.

El lugar posee 5.000 libros de todos los géneros, a precios de cualquier librería. Los más vendidos son los de ficción, principalmente escritos por mujeres. Los de Magalí Etchebarne, Mariana Enríquez y Samanta Schweblin picaron en punta. También se venden muy bien El Eternauta, los libros de Rolón, Sacheri y Claudia Piñeiro.

fuente: CLARIN

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