
Dormir mejor es fundamental para mantener la salud física y mental, ya que un sueño profundo y reparador potencia el rendimiento diario y refuerza el sistema inmunológico. Sin embargo, el estrés, la tecnología y los horarios irregulares dificultan conciliar el sueño y alcanzar las fases de descanso más profundas.
Incorporar hábitos sencillos antes de acostarse puede marcar la diferencia entre una noche agitada y un descanso pleno. Entre esas prácticas, la actividad física suave y las técnicas de relajación destacan como aliados naturales para mejorar la calidad del sueño.
Según Mayo Clinic, combinar ejercicios de respiración, estiramientos y actividad ligera antes de dormir optimiza la transición hacia un sueño profundo.
- Respiración profunda 4‑7‑8: Inhala por la nariz durante 4 segundos, retén el aire 7 segundos y exhala lentamente 8 segundos. Este patrón reduce la frecuencia cardíaca y calma la mente.
- Estiramiento en “postura del niño”: Desde cuatro apoyos, lleva los glúteos hacia los talones y extiende los brazos al frente. Mantén la posición 5 minutos para liberar tensión lumbar y cervical.
- Relajación muscular progresiva: Tensa y relaja grupos musculares (pies, piernas, abdomen, brazos, cuello) de forma secuencial. Dedicar 10 segundos a cada zona para desconectar la alerta corporal.
- Caminata suave: Antes de la cena o tras el baño nocturno, un paseo de 10 a 15 minutos al aire libre favorece la producción de melatonina y regula el ritmo circadiano.
- Yoga restaurativo: Posturas como la “mariposa reclinada” o “piernas en la pared” durante 5 a 7 minutos relajan el sistema nervioso central y preparan el cuerpo para el descanso.
Los beneficios de incluir los 4 ejercicios para dormir mejor
Incorporar esta rutina nocturna aporta múltiples beneficios a la salud física y emocional y mejora la calidad del sueño, reduciendo despertares y prolongando el sueño profundo.
Al mismo tiempo disminuye los niveles de ansiedad y estrés al activar el sistema nervioso parasimpático y alivia las tensiones musculares, especialmente en cuello, hombros y espalda.

Además, también potencia la circulación sanguínea, facilitando la oxigenación de tejidos durante la noche. Otros beneficios para el organismo son:
- Mejora del estado de ánimo al despertar
- Refuerzo del sistema inmunitario
- Regulación del apetito y del metabolismo
- Mayor capacidad de concentración y memoria
- Disminución de dolores crónicos y migrañas
- Cómo incorporar estos ejercicios en tu rutina nocturna
La clave está en la constancia y en crear un ritual de transición hacia el descanso. Hay que elegir un horario fijo para iniciar la rutina, idealmente 45 minutos antes de apagar las luces.
Se recomienda combinarlo con una activación ligera: bajá la intensidad del ambiente (luz tenue, música suave).

Además, asignar espacios de tiempo: 10 minutos para respiración, 10 para estiramientos, 5 para relajación muscular. Finalizar con la caminata suave o yoga restaurativo, manteniendo la respiración controlada.
Consejos adicionales para potenciar los efectos
- Evitar las pantallas y dispositivos electrónicos al menos 30 minutos antes de acostarte.
- Controlar la temperatura de tu dormitorio: entre 18 °C y 20 °C suele ser óptimo.
- Optar por snacks ligeros si tenés hambre (plátano, yogurt natural) y limitar la cafeína a la mañana.
- Instaurar un diario de sueño para registrar qué ejercicios y horarios te resultan más efectivos.
- Consultar con un profesional si las dificultades persisten tras varias semanas de práctica.
Implementar estos cuatro ejercicios como parte de tu rutina nocturna puede transformar tus noches y tu salud integral. La regularidad y un ambiente propicio son tan importantes como la práctica en sí. Probalos durante al menos dos semanas para sentir sus beneficios reales en la calidad de tu sueño.
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