
Luego del trágico derrumbe ocurrido en Bv. San Juan al 600, en pleno barrio Güemes de la ciudad de Córdoba, que provocó la muerte de una persona y daños estructurales severos, comenzó una tarea clave para evitar nuevos riesgos. La empresa Brasca Demoliciones, bajo la dirección de Arturo Brasca, está a cargo de una demolición controlada del revestimiento que aún permanece en pie, una labor compleja que requiere intervención técnica precisa.
Un operativo artesanal y tecnológico a la vez
La demolición se lleva a cabo con una grúa de gran porte que eleva una barquilla guindola, donde dos operarios trabajan manualmente, retirando los ladrillos uno por uno. Según explicó Brasca en diálogo con Cadena 3, se trata de un trabajo “muy meticuloso”, en el que se bajan entre 1.000 y 1.200 kilos de escombros por viaje. La empresa, con décadas de experiencia en el rubro, utiliza tecnología avanzada para garantizar la seguridad de cada paso.

Riesgos latentes y peso del revestimiento
Se estima que todavía quedan entre 20 y 30 toneladas de revestimiento adheridas a la estructura. “Una parte ya se cayó, pero si todo hubiera colapsado al mismo tiempo, estaríamos lamentando una tragedia aún mayor”, alertó Brasca. La empresa trabaja con extrema precaución para evitar que se produzca otro desprendimiento.
Fallas en el anclaje y condiciones de sujeción
Durante las tareas, los operarios detectaron que algunas secciones del revestimiento contaban con alambres de sujeción, mientras que otras no tenían ningún anclaje visible. Parte del material fue retirado por la Justicia para ser peritado. “La mayoría de los ladrillos estaban simplemente adheridos a la pared, sin una fijación segura”, explicó Brasca. A pesar de estos hallazgos, el empresario evitó emitir conclusiones sobre responsabilidades.
Máxima seguridad para el personal
Brasca aseguró que la barquilla guindola está certificada y que los operarios cuentan con un sistema de doble anclaje, lo que garantiza su seguridad durante la faena. Además, la maquinaria incluye sensores de viento que interrumpen el trabajo automáticamente si las ráfagas superan los límites establecidos, reduciendo el margen de riesgo al mínimo.
Las causas del derrumbe, bajo peritaje judicial
Consultado sobre las posibles causas del colapso, el titular de la empresa remarcó que aún no hay certezas. Se mencionan factores como el efecto Venturi —que intensifica los vientos entre edificios— y las vibraciones provocadas por colectivos que circulan por la zona, pero todo está bajo análisis.
La investigación está a cargo de la Justicia y la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), que buscan determinar si hubo negligencia, imprudencia o errores constructivos. Mientras tanto, el operativo continuará durante los próximos diez días con una precisión casi quirúrgica.