
Este viernes, una larda deuda será saldada en uno de los enclaves fundamentales del circuito musical de barrio Güemes. Pez Volcán, a la vera de La Cañada, será el lugar en el que finalmente Delfina Campos se saque las ganas de tocar junto a su banda en Córdoba.
Música
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La artista (también periodista y locutora) es una más de las varias voces que le han dado nuevos aires y una sensibilidad ampliada al nuevo pop-rock argentino.
Desde 2018 a esta parte, la cantautora ha construido un repertorio sin llamadores rimbombantes ni marketing sobredimensionado. Todo lo contrario: una obra a fuerza de canciones pacientes y dedicadas y dos discos que hablan por sí mismos, Cuando bailan los demás (2022) y Películas perdidas (2024).
Ese ritmo propio, ajeno a los tiempos más bien frenéticos de una industria muchas veces voraz, convirtió a Campos en una joya algo velada para muchos oyentes potenciales. Como esos sabores que no son tan fáciles de conseguir, pero que dejan una huella indeleble cuando se encuentran.
Esa es una de las razones que explican este demorado debut en formato banda en la segunda ciudad más poblada del país. Si bien ha tocado en formato acústico y de manera más informal, este show en Pez Volcán tiene sabor a debut oficial.
“Estoy muy entusiasmada con poder compartir mi música al máximo de mis posibilidades, en el sentido de poder presentar y traer las canciones del disco en su despliegue máximo por esto de estar yendo ‘full banda’“, asegura la cantautora al responder un cuestionario de La Voz.
“Si bien alguna vez toqué en formato acústico o en alguna cosa así más alternativa, considero que esta es mi primera fecha oficial allá. La única otra vez que toqué con banda fue en el Cosquín Rock, y esto claramente es algo bien distinto”, plantea.
La referencia a Cosquín Rock también se vincula con el presente de la artista, que a partir del lanzamiento de su segundo disco comenzó a brir fronteras y desbloquear nuevos lugares donde mostrarse. En 2025, de hecho, ya giró por España, Chile, México y Costa Rica, también integró la grilla del Quilmes Rock y hace unas semanas abrió el show porteño del grupo estadounidense Wilco.
“Arranqué este año con muchísimas ganas de llevar mi música a otros lugares. Con el disco anterior me había pasado que me quedé bastante por Buenos Aires, y este disco es el que finalmente me estoy llevando de viaje a lugares nuevos, a conocer gente nueva, públicos nuevos”, apunta sobre le material que incluye colaboraciones con Hilda Lizarazu y El Príncipe Idiota. Viene siendo una experiencia muy enriquecedora, como artista y como persona”, define ella.
“Estoy en un momento muy lindo, con muchas alegrías y con mucho entusiasmo por compartir estas canciones, realmente disfruto muchísimo tocarlas en vivo”, adelanta luego sobre lo que ocurrirá este viernes en Córdoba. “El show que estoy haciendo ahora es el que más disfruto y con el que estoy más orgullosa hasta el momento. Para mí es un placer llevarlo hasta allá”, señala.
–¿Cómo podrías definir la cosecha posterior a la salida de “Películas perdidas”?
–Es muy difícil de entender por qué hay cosas que resuenan o conectan con la gente más que otras. Es muy difícil y un error, siento, especular con eso de antemano. Pero cuando pasa es realmente muy especial. Creo que Películas perdidas es un disco que energéticamente, es un disco muy poco neurótico. Es un disco muy abierto, transparente, honesto de alguna forma. Y la grabación del disco estuvo guiada por una cuestión muy sensorial, de yo sentirme bien al escuchar las canciones, de sentirlas bien en el cuerpo. Yo, que a veces puedo pecar de ser muy cerebral, no me distraje con roscas conceptuales. Creo que es un disco donde no me tomo tan en serio, me dejo guiar por la energía que quiero sentir en vivo a la hora de tocar estas canciones. Fue un acierto dejarme guiar por algo más instintivo, creo que eso se transpiró en el resultado. Y también una cuestión de abrirme a componer con otra gente –Cuino Scornik, Nico Landa, Juana Aguirre y los cordobeses Hipnótica–, de enriquecerme en el proceso con otras personas, cosa que nunca había hecho. Fue una experiencia muy fluida y creo que se tradujo en el resultado. También traje algo más de rock, que es muy mío y por ahí en el disco anterior, que fue grabado en pandemia, no había sacado tanto a relucir. Este proceso es una experiencia muy opuesta.
Si se rastrean los comienzos (o el pasado más lejano) de la trayectoria de Delfina Campos, se podrán encontrar detalles de un proyecto en el que colaboró con Emanuel Ortega, Amigos Raros. En 2018, mientras presentaba su segundo EP (Aurora), Campos puso su voz y su interpretación en tres canciones del hijo del “Palito”, una de las cuales se convirtió en cortina de la novela 100 días para enamorarse.
De vuelta en el presente, la referencia se conecta con aquello que el perfil de Spotify de la artista pone sobre la mesa: al hablar de la música de la cantautora porteña se hace alusión a un “sonido cinematográfico”, algo que también dialoga con el juego que habilita la propia artista en sus redes: pensar qué películas podrían ser sus canciones. Además, todo tiene que ver con todo cuando aparece otro hito reciente para la arista: la inclusión de dos de sus canciones en la segunda temporada de Envidiosa.
–¿Cómo pensás esa relación entre música e imagen a la hora de escribir tus canciones?
–Es algo que en realidad no es intencional, sino que mucha gente me dice que mi música tiene un sonido que despierta un imaginario visual. No sé a qué se debe exactamente, supongo que es el fruto de un montón de variables, quizá es algo que parte de la escritura misma, o se desprende de mi forma de cantar o de la producción de las canciones. Yo disfruto mucho de los artistas y de los proyectos que integran lo visual y lo estético muy bien en la música, proyecto 360°, ¿no? Desde Bowie hasta Lana del Rey. Que quizá van mutando disco a disco, pero que siempre logran de alguna forma integrar lo visual con lo sonoro. Creo que soy una persona bastante fantasiosa. Hay algo del hábito de escuchar música en el balcón, con auriculares y mirando la ciudad de noche, pensando e imaginando cosas, un poco soñando despierta. Es un ritual muy habitual en mí. También crecí mirando MTV y pegada a la pantalla. Tengo una prima que me dice “vos creías que la vida era un videoclip, literalmente”. Lo único que hacía era mirar MTV todo el día. Y con la cámara de mis viejos filmaba videoclips con mis amigas o cosas así.
–Mucha gente te conoció a partir de “Envidiosa”. ¿Cómo fue la experiencia de tener un par de canciones tuyas sonando en una de las series más vistas de Netflix? ¿Qué sacás de esta interacción -una más- con el universo audiovisual?
–Fue increíble. Tanto en términos del alcance como de conexión de la gente. Mucha gente que naturalmente sería difícil que llegue a conocer tu música, llega por esta cosa de la masividad y la popularidad de la serie. Creo que hay gente que de otra forma por ahí no hubiera llegado. Y después, creo que hay un tema de conexión. Cuando una canción está insertada en una narrativa con la que la gente está muy metida, pasa algo muy poderoso ahí, ¿no? La gente conecta de una forma muy especial, porque esa canción suena en un momento particular de la historia, o con un personaje.
Delfina Campos actúa este sábado en Pez Volcán (Marcelo T. de Alvear 835) a partir de las 20. Entradas en venta en Alpogo.com.