De Ciudad de México al Met: El veloz camino de Frida Escobedo a la fama

A veces resulta difícil oír lo que dice Frida Escobedo. Es reservada, moderada, se define como introvertida.

Escobedo y Max Hollein, director del Museo Metropolitano de Arte, observan la maqueta que el equipo de Escobedo realizó para el Ala Tang. Foto: Vincent Tullo para The New York TimesEscobedo y Max Hollein, director del Museo Metropolitano de Arte, observan la maqueta que el equipo de Escobedo realizó para el Ala Tang. Foto: Vincent Tullo para The New York Times

Pero esa aura tranquila no debe confundirse con timidez o sumisión. A pesar de la responsabilidad de ser la primera mujer que diseña un ala en los 154 años de historia del Museo Metropolitano de Arte – y, a sus 45 años, relativamente joven para un proyecto arquitectónico de tal envergadura -, Escobedo ha aportado una convicción audaz a su visión de las nuevas galerías de arte moderno y contemporáneo del museo, presentadas el mes pasado.

“Tengo una personalidad mansa”, dijo Escobedo en una entrevista reciente en su estudio de diseño del West Village. “Pero puedo ser muy persistente”.

Esa fortaleza callada parece haber permitido a Escobedo desenvolverse en un proyecto que podría intimidar incluso a los arquitectos más experimentados, dada la abrumadora variedad de partes interesadas con opiniones firmes, desde los fideicomisarios y curadores del Met hasta los funcionarios del gobierno municipal (el museo ocupa terrenos públicos) y los protectores de Central Park, en el que se adentra el ala.

“Es muy considerada, pero también muy segura de sus propuestas”, dijo David Breslin, curador responsable del departamento de arte moderno y contemporáneo del Met. “Es una idea ilustrada de lo que significa el liderazgo”.

En un reciente día invernal, Escobedo, oriunda de Ciudad de México, le mostró a un periodista las paredes de su estudio, donde cuelgan diseños y tableros de imágenes. Habló de sus proyectos actuales: una nueva sede para el National Black Theater de Harlem con Handel Architects de Nueva York; una importante reforma del Centro Pompidou de París con el estudio francés Moreau Kusunoki; un proyecto residencial en el barrio de Boerum Hill, en Brooklyn.

Ampliación diseñada por Escobedo de La Tallera Siqueiros, museo, taller y residencia de artistas en Cuernavaca, México. El arquitecto abrió el patio del museo a la plaza girando los murales de David Alfaro Siqueiros de su posición original, convirtiéndolos en parte de la fachada. Foto: via Frida Escobedo Studio; Photo by Rafael GamoAmpliación diseñada por Escobedo de La Tallera Siqueiros, museo, taller y residencia de artistas en Cuernavaca, México. El arquitecto abrió el patio del museo a la plaza girando los murales de David Alfaro Siqueiros de su posición original, convirtiéndolos en parte de la fachada. Foto: via Frida Escobedo Studio; Photo by Rafael Gamo

La oficina, donde los quince empleados de Nueva York trabajan con sus computadoras, está limpia, despejada y tranquila. Escobedo transmite una sensación de orden y concentración singular al describir la escasa delimitación entre trabajo y ocio.

“Resulta muy placentero, uno siente que no está trabajando, y tengo un equipo increíble de personas que casi son mi familia porque paso mucho tiempo con ellas”, dijo. “En cierto modo, mi estudio es mi casa”.

La presencia de Escobedo tiene un poder inconfundible, en parte por su llamativa belleza a lo Frida Kahlo (cejas pronunciadas), aunque ella dijo no llevar el nombre de la artista. Pasa la mitad del tiempo en Ciudad de México y señaló que la influencia del lugar está profundamente arraigada, junto con el espíritu de independencia que la llevó a abrir un estudio de arquitectura en Ciudad de México con sólo 23 años.

“Nunca trabajé para otro estudio”, destacó. “Empecé mi estudio cuando era muy joven y, por supuesto, había muy poco dinero para desarrollar los proyectos que trataba de hacer. Siempre estaba presente la idea de intentar hacer más con menos y de cómo lograrlo con materiales sencillos en lugar de depender de detalles supersofisticados o acabados ricos y complicados”.

Jugar con la luz

“Se trataba más del gran gesto”, continuó. “¿Qué dice éste? ¿Cómo se puede jugar con la luz y otros medios más sencillos para obtener algo interesante y atractivo?”

Escobedo no era muy conocida cuando en 2022 fue elegida para diseñar la nueva ala del Met, que había pasado por varios intentos fallidos antes de cobrar impulso.

Su obra había consistido principalmente en estructuras temporales, como las de la Trienal de Arquitectura de Lisboa, la Bienal de Arquitectura de Chicago y el Victoria and Albert Museum de Londres. Su experiencia en Estados Unidos era limitada.

Pero tras una búsqueda internacional, el Met eligió a Escobedo entre otras cuatro empresas: Ensamble Studio, Lacaton & Vassal, SO-IL y David Chipperfield, cuyo anterior diseño para el ala había llevado el costo hasta los 800 millones de dólares (se prevé que el de ella costará 550 millones).

Max Hollein, director del museo, dijo: “Tiene un profundo conocimiento del arte y también del museo como espacio público”, y añadió que “no es alguien cuyo lenguaje arquitectónico abrume”.

“Cuando hacemos exposiciones, cuando encargamos obras a artistas, confiamos en la voz de la gente… proyectándonos hacia el futuro”, prosiguió Hollein, cuyo padre, Hans Hollein, fue un arquitecto galardonado con el Premio Pritzker. “Me di cuenta de que era la arquitecta adecuada para hacer esto”.

Vista desde su esquina suroeste, la interpretación de Frida Escobedo del ala Tang del Museo Metropolitano de Arte, que alberga obras modernas y contemporáneas. Foto: Filippo Bolognese Images; via Frida Escobedo StudioVista desde su esquina suroeste, la interpretación de Frida Escobedo del ala Tang del Museo Metropolitano de Arte, que alberga obras modernas y contemporáneas. Foto: Filippo Bolognese Images; via Frida Escobedo Studio

El proyecto del Met es un paso importante para Escobedo, sobre todo teniendo en cuenta los obstáculos del sexismo y el escepticismo que ha tenido que superar repetidas veces en su país de origen.

“Es muy agotador. Es todo un reto”, dijo. “La gente no confía en igual medida en una mujer joven que, por ejemplo, en un hombre mayor. Así que es difícil que nos pidan proyectos”.

Sin embargo, en lugar de dejarse acobardar por los escépticos, Escobedo se ha propuesto desafiarlos constantemente. “Les demostraré que se equivocan; puedo hacerlo”, aseguró. “Necesitaba decir algo y hacer algo”.

Nacida en 1979 en Ciudad de México, de padre médico y madre socióloga, la joven Frida siempre trabajaba con las manos – dibujando o armando maquetas -, pero no confiaba en poder convertirse en artista.

“Expresarte a ti misma y a tus emociones y transformarlas en algo que quieres presentar a alguien, siempre me ha parecido un poco intimidante”, confesó. “Así que el diseño y el arte me parecieron un terreno más seguro”.

Escobedo estudió arquitectura en la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México antes de cursar un máster en arte, diseño y dominio público en la Escuela de Graduados de Diseño de la Universidad de Harvard.

El programa de Harvard, en el que estuvo rodeada de artistas, científicos y diseñadores, “me cambió la vida”, dijo Escobedo.

“Me demostró que era verdad: la arquitectura no consistía sólo en construir viviendas, vender servicios, hacer hotelería o cosas muy tradicionales”, explicó. “Podía ser algo más. Puedes hacer una instalación, hacer muebles, escribir sobre ello o hacer una performance. Todo eso hablaba del espacio”.

Esa sensibilidad multidisciplinaria alimenta el enfoque que Escobedo da al diseño. “Es increíble hablar con un arquitecto que también es artista”, dijo Petrit Halilaj, el artista kosovar que el año pasado realizó el proyecto de la terraza del Met. “Se puede hablar de espacio, de color o de amor”. Halilaj conoció a Escobedo en la Trienal de Arquitectura de Lisboa 2013, donde había diseñado un escenario circular inclinado que elevaba al artista a medida que crecía el público.

Escobedo pasa la mitad de su tiempo en Ciudad de México y dice que sus influencias están profundamente arraigadas, junto con el espíritu de independencia que la llevó a establecer un estudio de arquitectura con sólo 23 años. Foto: Vincent Tullo para The New York TimesEscobedo pasa la mitad de su tiempo en Ciudad de México y dice que sus influencias están profundamente arraigadas, junto con el espíritu de independencia que la llevó a establecer un estudio de arquitectura con sólo 23 años. Foto: Vincent Tullo para The New York Times

Al principio Escobedo trabajó principalmente en México, en proyectos como la ampliación de La Tallera Siqueiros, un museo, taller y residencia de artistas de Cuernavaca; la remodelación del Hotel Boca Chica de Acapulco, que en los años 50 fue destino de celebridades; y el Pabellón El Eco para el Museo Experimental El Eco de Ciudad de México, una instalación específica para el lugar.

Prestigioso proyecto anual

El momento decisivo llegó para Escobedo en 2018 cuando, a los 38 años, se convirtió en la arquitecta más joven del momento en diseñar el Serpentine Pavilion de Londres, un prestigioso proyecto anual.

Su diseño incluía un patio parcialmente cerrado que enmarcaba una piscina triangular, con paredes conformadas por una celosía hecha de tejas de hormigón gris y un dosel curvo con espejos. El eje del pabellón de Escobedo hacía referencia al Primer Meridiano, el marcador mundial de tiempo y distancia instalado en 1851 en Greenwich (Inglaterra).

“Básicamente, crea esculturas que sólo están completas cuando están ocupadas”, declaró Hans Ulrich Obrist, director artístico de la Serpentine, agregando que los diseños de Escobedo establecen “un vínculo entre lo local y lo global, una especie de equilibrio… Estábamos seguros de que llegaría a hacer grandes cosas”.

A partir de ahí, la atención que recibía empezó a crecer. En 2019, Escobedo fue distinguida como International Fellow del Royal Institute of British Architects, y su estudio fue incluido en la lista de los “100+ Best Architecture Firms” del mundo por la revista de arquitectura Domus. Posteriormente dio clases en las universidades de Columbia, Harvard, Rice y Yale.

En 2021, Escobedo fue elegida para colaborar en un proyecto del National Black Theater y el desarrollador Ray, llamado Ray Harlem, que incluye espacios residenciales, comerciales y de actuación. “Era como si se comunicara tanto con el futuro como con el pasado”, dijo Sade Lythcott, CEO del teatro, “y comprendiera la importancia del espacio construido para reunir a la comunidad y amplificar el espíritu y el alma de un pueblo”.

“Me ponía nerviosa elegir a la arquitecta que tenía menos experiencia en Estados Unidos y era la más joven por lejos”, añadió Lythcott, cuya madre, Barbara Ann Teer, fundó la compañía en 1968. “Pero mi instinto me decía que este edificio tenía que ser el proyecto insignia de Frida aquí”.

El Met ha elevado rápidamente su perfil, aunque al parecer no su ego. “Ella no es como esos arquitectos estrella”, dijo sobre Escobedo Laurent Le Bon, presidente del Pompidou. “Quiere conocer la historia del edificio”.

El diseño de Escobedo para el Ala Oscar L. Tang y H.M. Agnes Hsu-Tang – que lleva el nombre de sus principales donantes – conecta las galerías con el resto del museo, crea aberturas a la ciudad y al parque por medio de nuevas ventanas y envuelve el edificio con una celosía de piedra caliza.

Entre las influencias de la arquitecta figuran la artista textil de la Bauhaus Anni Albers, la antigua pirámide Huaca Pucllana de Perú y la ciudad peruana precolombina de Chan Chan.

Representación de la reforma del Centro Pompidou de París (Moreau Kusunoki es el arquitecto principal, en colaboración con Escobedo, el codiseñador).Foto; Moreau Kusunoki and Frida Escobedo Studio; via Frida Escobedo StudioRepresentación de la reforma del Centro Pompidou de París (Moreau Kusunoki es el arquitecto principal, en colaboración con Escobedo, el codiseñador).Foto; Moreau Kusunoki and Frida Escobedo Studio; via Frida Escobedo Studio

Me interesa la idea de la materialidad y de cómo puede reflejar cambios específicos o estratos geológicos o de cómo puede absorber el tiempo y adquirir la pátina del tiempo”, dijo Escobedo. “Materiales que envejecen bien o que expresan cambios sutiles”.

La arquitecta empezó a trabajar en el proyecto del Met instalándose en el museo durante un año para conocer la institución, las obras de arte y al personal. Aunque recibió con agrado los aportes, Escobedo también defendió sus decisiones de diseño, como las diferentes alturas de las galerías. Y ha sabido moverse en el límite entre honrar cuidadosamente la historia del Met y replantearse con valentía su enfoque del arte de nuestro tiempo.

Saber escuchar en una institución de esta envergadura la ha ayudado mucho”, dijo Breslin, curadora del Met que está reorganizando la colección que llenará los 6.500 metros cuadrados de galerías (el proyecto incluye también unos 1.700 metros cuadrados de terrazas, así como una confitería y nuevas escaleras). “Hay un aplomo y una ecuanimidad que también se perciben en el rigor de su arquitectura. Lo que ella hace es ayudar a crear orden, calma y equilibrio en una serie de espacios en los que la idea será crear ruptura”.

“Tiene una confianza tranquila”, agregó. “Una confianza que es discreta, pero está muy presente”.

Renderizado del proyecto de uso mixto del National Black Theater, Ray Harlem, que incluye espacios residenciales, comerciales y de representación. El proyecto cuenta con la colaboración de Handel Architects. Foto: via Frida Escobedo StudioRenderizado del proyecto de uso mixto del National Black Theater, Ray Harlem, que incluye espacios residenciales, comerciales y de representación. El proyecto cuenta con la colaboración de Handel Architects. Foto: via Frida Escobedo Studio

Al igual que su personalidad, el diseño de Escobedo para la nueva ala no busca llamar la atención ni es ruidoso. Por el contrario, parece abordar el proyecto como un amable proceso de evolución más que como una revisión radical.

“Una de las cosas que me interesan es la idea de que la arquitectura es algo vivo, que cambia constantemente, que necesita adaptarse y que no es fija”, explicó. “Es una condición de todos los aspectos de la vida: nada es permanente”.

© The New York Times / Traducción: Elisa Carnelli

fuente: CLARIN

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