
En el ámbito de la metafísica y la autoayuda, existe un consenso creciente sobre la existencia de una frase o decreto que posee un poder excepcional para influir en la realidad personal. Esta expresión, centrada en el concepto del “Yo Soy”, es presentada por expertos en manifestación y conexión espiritual como una herramienta fundamental para atraer bienestar, riqueza y salud.
Una de las figuras que promueve activamente esta idea es María González, escritora y especialista en manifestación. A través de sus plataformas digitales, González sostiene que esta fórmula no requiere de fe ciega, sino de una simple prueba práctica: “No tienes que creerme, simplemente ponlo a prueba y verás manifestados milagros en tu vida”, afirma.
El supuesto poder de la frase reside en su capacidad para alinear la conciencia individual con la “divina presencia de Dios” o la fuente universal de creación.
La profundidad espiritual del “Yo Soy”
La frase metafísica en cuestión se articula de la siguiente manera, según la recomendación de la experta: “Con el poder de la divina presencia de Dios en mí, yo soy, él yo soy. Decreto, declaro y afirmo”.
Esta fórmula debe ser seguida por la declaración específica de lo que se desea manifestar (salud, dinero, amor o cualquier forma de riqueza) y culminar con una expresión de gratitud anticipada: “Gracias por anticipado, porque ya está dado y ya está concedido, hecho está, hecho está, hecho está”.
La repetición consciente de este decreto, acompañada de una respiración profunda, está pensada para generar un estado de tranquilidad y certeza en el individuo. La clave está en la creencia de que, al afirmarse como “Yo Soy”, la persona se está reconociendo como una extensión o unidad con la fuente creadora.

El núcleo de esta expresión, la declaración “Yo Soy”, tiene profundas resonancias históricas y espirituales. González señala que esta frase fue utilizada por el maestro Saint-Germain, una figura central en algunas corrientes esotéricas y metafísicas del siglo XX, y también le atribuye un uso por parte de Jesucristo en sus discursos, especialmente en aquellos asociados a la realización de milagros.
Más allá de estas atribuciones, el origen más citado de la potencia de esta frase se encuentra en los textos bíblicos. En el Libro del Éxodo (3:14), cuando Moisés pregunta a Dios por Su nombre, la respuesta es: “Yo soy el que soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros”.
Para los promotores de la metafísica, esta revelación a Moisés confiere un poder intrínseco al enunciado, considerándolo una activación directa de la energía del Creador. El uso continuado de esta fórmula tiene como objetivo primordial que los deseos de la persona, una vez declarados con la convicción de que ya han sido concedidos, se manifiesten en su realidad.
Conceptos relacionados con la manifestación
La repetición constante busca reescribir los patrones mentales, enfocando la mente en la abundancia y la certeza de la manifestación, representando así la unidad y el poder ilimitado en la vida del individuo. Muchos seguidores, aunque ya habían escuchado la frase con anterioridad, no dimensionaban su importancia hasta que la incorporaron como una práctica diaria.
La metafísica práctica y la Ley de la Atracción manejan otros principios y herramientas que complementan la repetición de la frase “Yo Soy”:
- Visualización creativa: la práctica de imaginar vívidamente el resultado deseado como si ya hubiera ocurrido.
- Afirmaciones positivas: declaraciones breves y contundentes para reprogramar la mente subconsciente.
- Ley de la Vibración: la creencia de que todo en el universo es energía y que los pensamientos emiten una frecuencia que atrae frecuencias similares.
- Tableros de visión (Vision Boards): herramientas visuales compuestas por imágenes y palabras que representan metas y sueños.
- Escritura de gratitud: el hábito de reconocer y agradecer las bendiciones presentes y futuras como una forma de elevar la vibración.
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