Constelaciones familiares: para qué sirven y qué se puede esperar de una consulta

“Todos tenemos una historia familiar que nos influenció -y muchas veces condiciona-. Las constelaciones familiares nos permiten hacer consciente esos patrones y trabajar con ellos”, asegura Verónica Molina, médica psicoterapeuta especialista en psicotrauma y terapia sistémica, y presidente de la Fundación de Constelaciones Familiares y Sistémicas de Argentina.

Las constelaciones buscan ampliar la mirada sobre los conflictos actuales y abrir nuevas formas de comprensión personal y familiar. Pero, ¿para qué sirven? ¿Qué se puede constelar, y qué no? ¿Cuándo hacerlas, y cuándo evitarlas?

Tanto en consulta individual como en talleres grupales, este tipo de abordaje explora patrones de repetición y lealtades inconscientes.

No es religión, ni magia, ni dogma; no predicen el futuro ni ‘canalizan energías’. Tampoco sustituyen tratamientos médicos o psicológicos: pueden complementarlos únicamente cuando hay acuerdo y en coordinación con los profesionales tratantes”, describe.

“No es religión, ni magia, ni dogma; no predicen el futuro ni ‘canalizan energías’“No es religión, ni magia, ni dogma; no predicen el futuro ni ‘canalizan energías’”, advierte Molina. Foto: ilustración Shutterstock.

“Las constelaciones sirven para ampliar la mirada sobre el trasfondo del sufrimiento en el presente: aquello que hoy duele, frustra o se repite con un cierto sentido en la vida de una persona y que puede constituir un motivo de consulta. En esa exploración suelen emerger duelos no elaborados, traumas, exclusiones, desórdenes o lealtades inconscientes e identificaciones que organizan patrones vinculares, creencias y síntomas”.

“Al visibilizar estas tramas -explica la experta-, se facilita el pasaje de lo inconsciente a lo consciente, habilitando procesos de elaboración, decisiones más claras y líneas de trabajo terapéutico (propias o coordinadas con el profesional tratante). No prometen ‘resolver todo’ en una sesión: ofrecen hipótesis e imágenes para seguir trabajando con criterio”.

¿Qué se puede esperar?

Molina comenta que es clave el “acompañamiento por parte del facilitador que tome en cuenta las posibilidades del consultante en ese momento. Un acompañamiento atento a lo que el consultante reconoce y puede ver o integrar, sin que se fuerce su propio proceso interno”

“El consultante puede esperar el aporte de una mirada diferente del asunto que lo lleva a la consulta“El consultante puede esperar el aporte de una mirada diferente del asunto que lo lleva a la consulta”. Foto: ilustración Shutterstock.

“El consultante puede esperar el aporte de una mirada diferente o ampliada del asunto que lleva a la consulta, que le permita habilitar procesos de elaboración y de integración de lo vivido, sin promesas de cura ni soluciones milagrosas, y que pueda articularse, cuando corresponda, con su proceso terapéutico”.

Continúa Molina: “También se puede esperar de una constelación seria, la posibilidad de que emerjan informaciones e historias que aún permanecen en el registro inconsciente, como contenidos secretos o no dichos. Esos contenidos pueden pertenecer a la misma generación del consultante o a otras generaciones, o tener un origen colectivo, transgeneracional o ancestral”.

Es responsabilidad del facilitador y de su idoneidad, dice Molina, ubicar con la mayor precisión posible de dónde emergen esos contenidos, para poder encuadrarlos de manera rigurosa, sin implantar información que no esté en el consultante; es decir, respetando lo que el consultante siente, lo que reconoce, o aquello de lo que duda. También es posible abrir preguntas que permitan llevar claridad, absteniéndose de dar por ciertos, aquellos datos acerca de los cuales no se tenga certezas.

Facilitadores formados

La experta señala la importancia de contactar a facilitadores formados -y certificados- en instituciones reconocidas.

“Dada la gran difusión de esta herramienta, han surgido múltiples espacios que no cuentan con los requisitos necesarios que acrediten la calidad de la formación que imparten. En consecuencia, existen facilitadores que trabajan sin la formación básica imprescindible y suficiente para reconocer los límites de su tarea, para indicar las derivaciones cuando correspondiere o para saber si es adecuado, o no, abrir una constelación en razón de las posibilidades del consultante en cada caso concreto”.

“Nos preocupa la proliferación de formaciones y prácticas poco serias que desvirtúan el método“Nos preocupa la proliferación de formaciones y prácticas poco serias que desvirtúan el método”. Foto: ilustración Shutterstock.

Desde la Fundación de Constelaciones Familiares y Sistémicas de Argentina, “nos preocupa la proliferación de formaciones y prácticas poco serias que desvirtúan el método, confunden a la comunidad y perjudican tanto a los facilitadores como al público. Por eso insistimos en estándares claros de calidad, formación rigurosa, supervisión y ética profesional como condiciones básicas para su práctica responsable”.

Cuándo hacer (y cuándo no) constelaciones familiares

Verónica Molina dice que conviene hacer constelaciones “cuando las personas se encuentran en un buen estado de salud psicofísica, con estabilidad y sin diagnósticos psiquiátricos que lo impidan; cuando están en un proceso de autoconocimiento y trabajo personal y desean mirar con otra perspectiva dificultades personales, familiares, económicas, laborales o sociales”.

También cuando, “aún habiendo trabajado con otras terapéuticas y habiendo logrado mejoras, persisten aspectos del síntoma y las personas reconocen que puede existir un origen sistémico o transgeneracional del mismo”.

Resulta especialmente pertinente “cuando hay historias familiares difícilesResulta especialmente pertinente “cuando hay historias familiares difíciles”. Foto: ilustración Shutterstock.

Además, explica que resulta especialmente pertinente “cuando hay historias familiares difíciles (por ejemplo, violencias, pobreza o carencias, duelos traumáticos o duelos difíciles, muertes tempranas, tragedias, enfermedades psiquiátricas en la familia, inmigraciones forzadas, muertes de parto, muertes de niños o pérdidas múltiples de embarazos). En estos contextos, los sistemas familiares suelen tender a la repetición y a la no elaboración de esas experiencias; por eso es razonable pensar en una conexión que pueda explorarse desde esta mirada”.

Además, aclara que si el consultante está en tratamiento médico, psicológico o psiquiátrico, se sugiere contar con el apoyo y el acuerdo del profesional tratante.

Por otro lado, advierte que no conviene hacer constelaciones -o conviene posponer y derivar- “cuando existen crisis agudas de salud mental, ideación suicida o riesgo de vida. Lo mismo en caso de episodios psicóticos, descompensaciones, ataques de pánico activos o desregulación severa del sistema nervioso, así como frente a duelos o eventos traumáticos recientes, o cuando hay trauma complejo no estabilizado”.

Y cierra: “La decisión de cuándo trabajar se debe tomar sin forzar procesos, solicitando que estén dadas las condiciones necesarias y resguardando siempre la salud y la seguridad del consultante”.

Asesoró Verónica Molina, médica psicoterapeuta especialista en psicotrauma y terapia sistémica, y presidente de la Fundación de Constelaciones Familiares y Sistémicas de Argentina.

fuente: CLARIN

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