El escándalo del fentanilo contaminado en Córdoba sumó un nuevo capítulo. Claudio Pereira Sueldo, director de la Clínica Vélez Sarsfield, confirmó un nuevo caso sospechoso vinculado al lote 31.202, sospechado de contaminación bacteriana. Mientras la Justicia avanza con allanamientos y secuestro de residuos, los especialistas advierten sobre la trazabilidad limitada de los lotes de medicamentos y piden certificación estricta para prevenir incidentes futuros.
Impacto sanitario y legal
El primer paciente afectado, un bebé, aún porta la bacteria en su tracto digestivo, según detallaron los médicos. Ambos directores coincidieron en que las ampollas cuestionadas ya no están en uso, pero subrayaron que no hay garantía de evitar situaciones similares. La clínica se constituyó como querellante, destacando que también es víctima del incidente, mientras los análisis genéticos se realizan en el Instituto Malbrán.
Circuito de compra y control
Ignacio Escutti, director de la Clínica Romagosa, explicó cómo se adquirió el fentanilo y el procedimiento de cuarentena dispuesto por ANMAT. Las clínicas son depositarias judiciales de los lotes sospechosos, y la trazabilidad se limita al laboratorio que fabricó el medicamento. Escutti resaltó que, afortunadamente, la clínica no registró casos vinculados con estas bacterias y que la contaminación solo pudo haberse producido en la planta de fabricación.
Consecuencias económicas y responsabilidad del laboratorio
El impacto económico de la contaminación fue inmediato, afectando a las instituciones que debieron gestionar la cuarentena y la atención sanitaria de los casos. Escutti adelantó que HLB no cobrará por los lotes vendidos en estas condiciones y que las clínicas podrían demandar al laboratorio por los daños ocasionados, reforzando la necesidad de mayor control y certificación en la producción de medicamentos.
