
Este año se cumplieron 40 años de un viaje importante del gobierno de Raúl Alfonsín a Washington donde se encontró con Ronald Reagan. El encuentro entre ambos en el Salón Oval abrió la posibilidad para encarar el trabajo que más tarde desembocaría en el plan de estabilización que se conoció con el nombre de Plan Austral. Así lo contó en su momento el entonces ministro de Economía Juan Sourrouille, uno de los presentes de aquel encuentro reducido. Además estaba el canciller, Dante Caputo, por el lado argentino. Reagan se sentó junto al secretario del Tesoro, James Baker; el asistente del Tesoro, David Mulford; el jefe de Asesores, Donald Regan, y el secretario de Estado, George Schultz.
Alfonsín intercambió unas palabras con Reagan sobre política ese día. Conversaron sobre los derechos humanos, la Justicia y los militares en la Argentina. Los estadounidenses escucharon. Había solo 34 países con democracia en el mundo y Alfonsín era un actor reconocido por haber contribuido a engrosar esa lista en aquel momento. Además, por iniciativa del Congreso de Estados Unidos y el respaldo de la Casa Blanca, había sido invitado a dirigirse al Parlamento de Estados Unidos al otro día. Allí solo habían concurrido 28 presidentes en 24 años.
En el Salón Oval, Baker preguntó sobre la economía. El dólar en la Argentina había aumentado 24% en las tres semanas previas y la inflación era 28%, mensual. ¿Cómo pagaría Argentina su deuda?
Un mas más tarde el equipo económico de Sourrouille y el del Tesoro estaban trabajando en el diseño de lo que sería el Austral. Otro que fue importante fue Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal, un actor clave para que el FMI habilitase unos ‘permitidos’ con la Argentina, ya que el organismo era más reacio a aceptar las condiciones de los argentinos en la negociación.
Pero más allá de los aspectos técnicos que configuraron el Austral (ajuste fiscal, cambio de moneda, tasas positivas y desindexación de los contratos, todos detalles del programa que aún no se habían definido en los papeles cuando Alfonsín y Reagan se vieron y se definieron meses más tarde con el FMI), el kilómetro cero de aquel programa fue más bien la mirada política que tenía Estados Unidos sobre la Argentina y su rol futuro en la región.
Reagan le dijo a Alfonsín aquella vez en público delante del mundo.
“La Argentina y Estados Unidos tienen mucho en común. Como la norteamericana, la sociedad argentina es una sociedad de frontera. Recibió con los brazos abiertos a gente de otras partes, es una de las democracias más antiguas de su hemisferio y fue el primer país del continente en prohibir la esclavitud”. Luego vino algo más polémico para los oídos de Alfonsín: “Esta tendencia, sin embargo, es ahora amenazada por marxistas-leninistas. En Nicaragua la mayoría pelea para una verdadera democracia, los comunistas se han hecho del control de los principales órganos de poder. Los nicaragüenses están adquiriendo el estatus de soldados de la libertad”.
Alfonsín leyó su discurso y como no compartía esas últimas palabras de Reagan, improvisó el siguiente final. “Sobre la base del principio de la no intervención, triunfará la democracia y el pluralismo de la democracia. Así se afirmará la libertad de los hombres”.
El Austral, de todas formas, no quedó comprometido pese a esta desavenencia.
Cuarenta años después, dos líderes de Estados Unidos y Argentina vuelven a reunirse en la Casa Blanca por su afinidad política y reconocer uno en el otro su liderazgo global en el mundo de las ideas. Esta semana se verán en Washington Donald Trump y Javier Milei. Habrá anuncios en materia comercial, financiera, de inversión y políticos. Pero más allá de todo esto, es la estabilización de la macroeconomía argentina lo que está en juego no solo de cara a la elección del 26 de octubre sino también al resto del mandato del Gobierno. El camino hacia la desinflación no solo está lejos de parecer despejado sino que enfrenta serios desafíos como es el estancamiento de la actividad para los próximos meses. ¿Cómo se reactivará la economía sin incurrir en un salto inflacionario como consecuencia de un reacomodamiento del dólar que quedó atrasado?
—¿Va a modificar el tipo de cambio?— le preguntó un periodista a Arturo Frondizi, presidente argentino en 1958.
— Si hiciéramos algún anuncio de esa naturaleza, sería poco serio para el Presidente —respondió Frondizi—. Usted tiene que comprender que si se adoptaran medidas en ese frente, serían muchas las repercusiones que podrían tener sobre el mercado cambiario.
Unos meses más tarde, anunció su “plan integral de estabilización” como lo llamaron Pablo Gerchunoff y Lucas Llach. Aquel programa contó con la ayuda de préstamos internacionales del FMI, del Tesoro de EE.UU. y del Eximbank para evitar variaciones en el precio del dólar que descarrilaran la inflación.
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