
La médica pediatra Carla Orsini acaba de publicar 100 nuevas preguntas y respuestas sobre crianza respetuosa (Planeta), su último libro. Allí responde dudas frecuentes para padres, madres, abuelos o cualquier adulto a cargo del cuidado de un niño o niña.
¿Qué hacer si decimos las cosas mil veces y nuestros hijos e hijas no nos hacen caso? ¿Por qué los niños y niñas suelen pedir todo el tiempo el mismo cuento o la misma película? ¿Los hermanos mayores tienen que cuidar a los menores? ¿Es cierto que el aburrimiento incentiva la creatividad? ¿Qué es lo más importante a tener en cuenta al llegar a la adolescencia?
Aquí, un fragmento del libro con las respuestas de la médica a estas preguntas.
1- ¿Qué hacer si decimos las cosas mil veces y nuestros hijos o hijas no nos hacen caso?
Los límites implican, sí o sí, repetición. Desarrollar el entendimiento de los límites es un proceso que lleva tiempo y necesita mucha mucha paciencia. No es que no nos hacen caso por simple capricho: aprender algo –a todos nos pasó y nos sigue pasando– requiere fundamentalmente del tiempo.
Los niños y las niñas primero deben entender el límite y luego interiorizarlo. Y nosotros, los adultos, debemos repensar los límites que comunicamos y cuáles son sus funciones. Los límites no son para lograr obediencia ciega ni demostrar quién manda. En la crianza hay una asimetría necesaria y hay figuras de autoridad, pero también hay derechos y cuestionamientos. Es un desafío encontrar el equilibrio en los límites y no malgastar nuestra autoridad en batallas que no lo valen.

Probablemente (muy probablemente) haya que acompañar el límite con el cuerpo, con una acción. Por ejemplo: “No toques el enchufe, te podés lastimar”, y acompañar alejando al niño/a del lugar las veces que sea necesario. ¿Agota? Sí, mucho. ¿Es necesario? Sin duda. La crianza es poner el cuerpo y esto no es la excepción. Entonces, ¿qué hacer? Repetir, repetir y repetir de distintas maneras, explicar y acompañar con cuerpo y acciones hasta que puedan internalizar el límite.
2- ¿Por qué los niños y niñas suelen pedir todo el tiempo el mismo cuento o la misma película?
De nuevo Nocturno, todas las noches leer la historia de El rey león, la peli Frozen por décima vez… Los niños y las niñas suelen pedir una y otra vez sus cuentos, canciones o películas favoritas. No lo hacen porque son aburridos o poco curiosos, sino porque les gusta la familiaridad y les da seguridad. La repetición les ayuda a anticiparse, y de paso favorece la atención y la memoria, colabora con la adquisición del lenguaje.
Cuando se saben ese cuento o peli “de taquito”, pueden disfrutar más de las entonaciones, los gestos, los gráficos. ¿No les pasa como adultos ver varias veces la misma película o releer una novela? En cada lectura podemos descubrir algo nuevo. A ellos les pasa lo mismo. ¿Desde cuándo leerles? Desde siempre. Si otra vez nos pide el mismo cuento, ese que ama, leámoslo de vuelta, que tiene una función muy importante: ayudar y acompañar.
3- ¿Los hermanos mayores tienen que cuidar a los menores?
Rotundamente no. Pueden ayudar en tareas sencillas, pero no es su responsabilidad ni su obligación, mucho menos cuando son niños o adolescentes. A veces cargamos a nuestros hijos/as con competencias que no les corresponden. Criamos tan solas y solos que nos apoyamos en alguno o alguna, pero no hay que descuidar sus necesidades.

En mi caso, me preguntan constantemente si Juan Bautista, mi hijo mayor, me ayuda con los más chicos. Me ayuda en cosas simples, sí, pero que no impliquen una responsabilidad de cuidado: me alcanza pañales, los tiene a upa un ratito, juega con los más chiquitos. También sucede con Tomás y Anna.
Algunas veces, el ofrecimiento sale naturalmente de ellos, maravillosos y sensibles: “¿Mamá, te ayudo?”. Y soy yo la que pone los límites, porque es lo que nos corresponde como cuidadores primarios.
Ellos tendrán sus propios hijos que criar en el futuro si es su deseo. Existe un imaginario de que cuando uno tiene muchos hijos/as como es mi caso, “se crían solos”. Me gusta aclarar que se crían juntos, pero jamás solos.
4- ¿Es cierto que el aburrimiento incentiva la creatividad?
El mundo moderno no tolera el aburrimiento, lo ve como tiempo perdido e improductivo. Incluso en el descanso solemos llenarnos de actividades. Muchas veces tampoco toleramos el aburrimiento de nuestros hijos e hijas. “Me aburro, me aburro, me aburro”. ¿Cómo nos sentimos frente a esto? ¿Les armamos también a ellos un cronograma de actividades una tras otra o dejamos que se aburran? ¿Nos ven aburrirnos o ven que esto nos fastidia?

El aburrimiento puede ser un gran motor de la curiosidad y la creatividad. También puede ser para descansar. ¡En el aburrimiento nacen grandes ideas, de esto los niños y las niñas saben mucho! Solo hay que tratar de no intervenir –colaborando en el desarrollo de su autonomía– y seguramente veremos cómo se les ocurren nuevas ideas de juego.
Las pantallas desplazaron este tiempo valioso de aburrirse para crear. Suelen ocupar todo el tiempo libre, y el ocupado también, e interfieren con la verdadera exploración porque muestran lo que saben que genera interés para atrapar la atención, y dirigirla en general al consumo.
El verdadero desafío es sacarlos de ese mundo digital de placer infinito para llevarlos el mundo real con tiempos para todo, incluso para no hacer nada y aburrirse.
5- ¿Qué es lo más importante a tener en cuenta al llegar a la adolescencia?
La comunicación y el respeto. ¡Ambos son clave! La adolescencia es una crisis evolutiva, una etapa repleta de cambios emocionales, físicos, sociales, cognitivos. Un período en el que hay una búsqueda de su identidad, y es muy importante el sentimiento de grupo y de pares.

Si bien pareciera que en esta etapa quieren alejarse de sus figuras parentales, recordemos que siempre nos necesitan cerca. No sobrevolando ni invadiendo su intimidad, pero sí cerca para acompañar, para seguir comunicando límites, para afianzar que podemos ser ese refugio que necesitan. Tenemos que generar momentos de diálogo, de espacios compartidos, y poder escuchar muchas veces sin intervenir y sin prejuicios ni preconceptos.
Como madre o padre, también es una etapa desafiante y en la que deberemos, como dice el famoso poema de la Madre Teresa de Calcuta, aprender que enseñarles a volar no significa que volarán nuestro mismo vuelo: “Sin embargo… / en cada vuelo / en cada vida / cada sueño, perdurará siempre la huella / del camino enseñado”.
Con información de 100 nuevas preguntas y respuestas sobre crianza respetuosa (Planeta), de Carla Orsini.
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