En la actualidad hay un filósofo surcoreano que escribe en alemán, es profesor de la Universidad de las Artes de Berlín y que se destaca por criticar al mundo contemporáneo, fundamentalmente al neoliberalismo y el impacto de la tecnología digital: se trata de Byung-Chul Han, autor de la célebre frase “quedarse en casa es la forma más lúcida de resistencia”.
Este filósofo, ganador del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, cuestiona el ritmo moderno que obliga a estar siempre ocupados, conectados y rindiendo. En sus libros La sociedad del cansancio y Vida contemplativa, sostiene que el exceso de estímulos y demandas afecta y erosiona la capacidad de escucharse y genera agotamiento, ansiedad y pérdida de sentido.
En ese contexto, el hogar deja de ser solo un lugar de descanso y se convierte en un espacio de soberanía personal: el único ámbito donde todavía es posible no rendir cuentas, no producir resultados y no transformarse en contenido.
El sentido de “quedarse en casa”, según Byung-Chul Han
Para Han, resistir no implica confrontación ni ruido, sino alejarse del mandato de la productividad constante. Quedarse en casa es, en ese sentido, una forma de “huelga” frente a la exigencia de ser eficiente incluso en el tiempo libre, de mostrarse activo en redes sociales o de convertir cada momento en algo útil.
El filósofo surcoreano Byung-Chul Han sostiene que quedarse en casa es “un acto de resistencia”. Foto: EFE. El filósofo sostiene que el capitalismo contemporáneo rechaza el vacío y el silencio. El tiempo improductivo genera incomodidad porque no deja huella medible ni visible. Sin embargo, es justamente en ese tiempo anónimo donde la persona recupera autonomía y capacidad de reflexión.
El propio Han se encargó de aclarar que con su idea no trata de romantizar el encierro ni promover el aislamiento social. Su planteo apunta al derecho al silencio sin culpa y a la posibilidad de habitar el hogar como un refugio frente al ruido externo, sin convertirlo en una vitrina más.
El hogar como espacio de bienestar y no de rendimiento
Desde esta mirada, la casa no es solo el lugar donde se duerme o se pasa el fin de semana, sino un entorno que puede favorecer el equilibrio mental y emocional. Corrientes como la llamada “hogarterapia” retoman esta idea y proponen darle valor a lo cotidiano: la luz, el orden, los objetos elegidos y las rutinas sin prisa.
El hogar funciona como un espacio de regeneración cuando deja de estar atravesado por las mismas lógicas del afuera. No todo tiempo en casa debe ser productivo, optimizado o compartido. Permanecer en silencio, aburrirse o simplemente estar también cumple una función psicológica clave.
Byung-Chul ganó el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2025. Foto: EFE/Paco Paredes.Otras voces coinciden con este enfoque. La escritora Kankyo Tannier señala que quedarse en casa no equivale a quedarse quieto, y que la introspección también es una forma de acción. Marie Kondo, por su parte, habla de “desahogos creativos”: actividades sin objetivo productivo que ayudan a reconectar con el bienestar personal.
Prácticas simples para trasladar esta idea al día a día
Sin convertirlo en una consigna rígida, la propuesta de Byung-Chul Han puede traducirse en hábitos concretos para aplicar dentro del hogar fácilmente que mejoran la vida y se detallan a continuación:
- Reservar momentos de silencio sin pantallas ni estímulos.
- Realizar actividades sin objetivo productivo, solo por placer.
- Cocinar, leer o escribir sin prisa ni multitarea.
- Crear un rincón propio para descansar o reflexionar.
- Permitir el aburrimiento sin buscar llenarlo de inmediato.
Estas prácticas no buscan mejorar el rendimiento ni optimizar el tiempo, sino desacelerar y recuperar la escucha interna.
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