
Desde los albores de lo que hoy conocemos como Argentina, la historia parece condenada a un eco constante: la lucha fratricida por el control del poder. No se trata de una herida reciente, sino de una llaga que se remonta a los primeros días de la colonia y que se enconó de manera dramática con las guerras de independencia.
El ideal de una nación unida y prospera siempre ha sido rehén de la ambición y la desconfianza mutua. En la era democrática, la lucha se ha sofisticado, pero no disminuido. La interna permanente, característica de casi todas las fuerzas políticas mayoritarias, actúa como un lastre. Se invierte más energía en neutralizar al opositor interno o externo que en gobernar. El resultado es la parálisis, el cortoplacismo y la incapacidad crónica para encarar las reformas estructurales que necesita un país con una riqueza de recursos y capital humano inmensa, pero con una pobreza que se niega a ceder.
A este panorama de enfrentamientos ideológicos y territoriales, se suma el factor que quizás más ha erosionado la fe del ciudadano: la corrupción. No es solo un delito, es la prueba irrefutable de que la lucha por el poder no siempre se da por la visión de país, sino que a menudo por el acceso a la caja y la oportunidad de enriquecimiento ilícito. La corrupción se convierte en el combustible que perpetúa la contienda. El partido o facción que llega al gobierno lo hace en muchos casos con la premura de asegurar sus propios intereses antes de que el inevitable regreso del rival al poder los desaloje.
Esta mentalidad de saqueo institucionalizado genera una profunda desconfianza en el ciudadano común, deslegitima el sistema democrático y lo más grave, desvía recursos que deberían destinarse a la educación, la salud y la infraestructura que necesita el país para despegar. Argentina está en un constante intento de arrancar, pero sus motores operan a contramano de sus propias turbulencias internas. La pregunta es si después de quinientos años de historia y doscientos de vida independiente, podremos finalmente superar la inmadurez política que nos condena a revivir una y otra vez la misma obra.
El verdadero acto de Independencia no será solo económico, sino mental. El de priorizar el bien común sobre el del partido, el de respetar la alternancia y la disidencia, y el de entender que el adversario no es el enemigo a destruir, sino el copartícipe necesario de una democracia sana. Solo así, al silenciar el eco de esta interminable contienda por el poder, por fin Argentina podrá escribir un capítulo de estabilidad y progreso duradero.
Francisco Manuel Silva frsilva50@gmail.com
OTRAS CARTAS
“Decir no es más difícil, pero incluso puede salvar vidas”
Por lo general es más fácil decir sí a decir no. El sí genera menos culpas, menos conflictos. Un no asertivo, bien fundamentado, es muchas veces un acto de amor, de discernimiento, de responsabilidad, de madurez, de límites. No al descontrol del UPD/UUD (último último primer día de clase, último último día de clase), sí a la fiesta de egresados. No a las vasectomías y esterilizaciones en menores de edad, sí al acompañamiento de los menores; no a la ideología de género, no a la pornografía infantil, no a la Trata. Sí a la nueva ESI, Educación Sexual Integral. No a la corrupción, no a la impunidad. Sí a la Justicia independiente. No a las persecuciones religiosas, sí a la libertad. No a las dictaduras narcoterroristas como la de Maduro, sí a la democracia. No a la cultura del descarte, sí a la vida.
El “no” poderoso de Frances Oldham Kelsey salvó a miles de bebés en EEUU de los efectos de la Talidomida. Este fármaco “seguro, no adictivo, libre de efectos secundarios” se promocionaba en toda Europa. Recomendado para la irritabilidad infantil y para el alivio de náuseas en embarazadas. Su no a la aprobación de este medicamento revolucionó la industria farmacéutica y salvó vidas. Que nuestro no sirva para cambiar o mejorar aquello que está mal en la familia, en la sociedad, en nuestro país. Saber decir que no es muchas veces necesario y hace que nuestro sí tenga más valor.
Mercedes Moreno Klappenbach mechimorenok@gmail.com
Cuestiona una nueva tasa en un municipio bonaerense
El Gobierno nacional intenta bajar el gasto público para obtener superávit fiscal y evitar la emisión inflacionaria que genera pobreza. En cambio el kirchnerismo inventa impuestos para atender a la militancia. Y mientras la legisladora bonaerense de UxP Lucía Klug -vinculada a Juan Grabois- propuso una disparatada Tasa Ambiental para crear un impuesto a la emisión de gases vacunos, el intendente de Pilar Federico Achával, del mismo partido, acaba de incrementar la presión fiscal con una nueva tasa municipal de Protección Ambiental del 2% sobre las ventas de los supermercados e hipermercados que, obviamente, se trasladará a los precios castigando a los consumidores. Se suma así a las tasas ya existentes en ese municipio, del 3% a la venta de combustible y a la de Emergencia Climática. ¿Pensarán ellos que los sacrificados contribuyentes creen realmente que el destino de los fondos es una contribución a la defensa ambiental?
Ricardo E. Frías ricardoefrias@gmail.com
Destaca, una vez más, a Esteban Bullrich
En 2022 escribí una carta sobre la grandeza, los valores y el ejemplo de vida de Esteban Bullrich. Hoy, no dejo de salir de mi asombro ante su nueva exposición con “los ojos de su alma” transmitiendo mensajes al alma de los argentinos y, sobre todo, a los jóvenes desesperanzados que quieren emigrar. Su consigna de vida es “amar, servir, reconciliar y sembrar esperanza”. Se refirió a la humildad, diálogo, verdad, reconciliación y unión nacional necesarios en Argentina. Expresó su disconformidad con gobiernos externos y local. Aspira a ser candidato presidencial en 2027 (supongo que muchos políticos y/o futuros candidatos se habrán puesto muy nerviosos). También se refirió, en su nuevo libro, al estado de la provincia de Buenos Aires (territorio partido en dos), resaltando las diferencias económicas y existenciales, la pobreza, la crisis educacional, la inseguridad, las adicciones y el pobre o inexistente rol del Estado. Resultan increíbles la fe y la esperanza, a pesar de su enfermedad (ELA), en pos de su objetivo de “dejar un mejor país para sus hijos”. Felicitaciones (tanto a vos como a tu familia) por tu grandeza y entereza para soportar tu cruz y darnos una gran lección de vida a todos los argentinos quejosos (me incluyo). Que Dios y la Virgen te bendigan y te acompañen.
Marcos A. Machado marcos53arg@gmail.com
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