Luchino Visconti, que los dirigió alguna vez, les dijo que tenían en medio de las cejas la misma V que se arrugaba con ira, miedo a la vida, y angustia. Fue mucho más que eso lo que compartieron Alain Delon y Romy Schneider, dos de los seres más bellos del mundo, protagonistas de una historia de amor que superó con creces cualquier ficción y que a pesar de haber sido atravesada por la infidelidad, el abandono y la culpa, logró sobrevivir, incluso, a la muerte.
“Te devuelvo tu libertad. Te dejo mi corazón”, escribió él en la tarjeta del ramo de rosas con que puso fin a la relación, después de haber dejado embarazada de su hijo Anthony, a Nathalie Berthélémy. En medio de todo lo reprochable, en algo no mintió: su corazón no se fue con él. “Nunca me habló de ella. Pero a veces veía una sombra de tristeza en sus ojos y sabía que era por Romy”, declaró Nathalie, ya separada de Delon. La propia Schneider dijo alguna vez que él seguía siendo el hombre más importante de su vida. “Siempre está dispuesto a ayudarme. Nunca me ha abandonado, ni hoy ni ayer”.
Dos décadas después de la ruptura, cuando ella murió de un infarto, al año de perder trágicamente a su hijo de 14 años, él se despidió con una carta y le tomó una foto; confesó que desde ese día llevaba esa imagen en el bolsillo de su saco. Confesó también que era Romy, “el primer amor, el más grande, el más trágico”, a quien más extrañaba en la vida. El 23 de septiembre de 2018, día en que ella hubiera cumplido 80 años, hizo publicar un texto, manuscrito, que llevó personalmente al diario Le Figaro; pedía que todos quienes la habían amado, la recordaran. Delon murió en agosto de 2024, 42 años después que su muñeca, su adorada puppelé.